lunes, 31 de julio de 2017

Igual o no

No hay día que sea igual y no es esa la sensación que tenemos normalmente, sino quizá todo lo contrario. Vemos el tapiz de las horas muy similar, buscamos emociones y estímulos que nos cambien el tono, del tipo que sean: el asunto es ver ese entramado menos gris, menos cotidiano.
Pero no lo es. Se mueve y transforma, somos nosotros quienes nos empeñamos en domesticarlo, necesitamos una rutina para ser más libres, lo que parece paradójico pero no lo es. La mente funciona mejor cuando está menos ocupada, la creatividad surge desde la línea base y se va ampliando en la frecuencia de su onda.
Los días los metemos a calzador porque así los dominamos mejor, solo que si no sabemos descalzarnos de vez en cuando, nosotros mismos perderemos la frescura de andar sobre la hierba. Esa que no veremos al pasar cerca cada día.

jueves, 27 de julio de 2017

No es lo que gusta

Eso de usar la mente nunca ha estado bien visto. 
Pensar equivale a tener distintas opiniones, defender otras teorías aparte de las vigentes, cuestionar lo establecido, escuchar sin convencer ni convencerse, si no es convincente lo oído. 
Tener la mente activa molesta al resto. Es un hecho. 
Incomoda por muchos motivos, quizá el más obvio sea porque estorba, rompe lo homogéneo, crea resistencia a la corriente suave sin esa voz que destaque, o denuncie, o informe, o muestre lo erróneo de lo normalizado, que no lo normal.
Es de lo primero de lo que se deshacen los que quieren dominar: de los que piensan, analizan y saben. Y ocurre a cualquier nivel, en cualquier época o circunstancia. 
Es odioso topar contra una voluntad distinta, humillante sentirse expuesto; irrita chocar contra ideas distintas, y sobre todo, amarga saberse lejos de ser uno mismo, con lo que se arremete con quien sí lo es.

lunes, 24 de julio de 2017

Hacer

Somos muchos los que intentamos dejar algo detrás de nosotros, una huella que perdure, un intento de que lo que llevamos dentro sirva para otros, que lo que pensamos se materialice en ideas móviles, compartidas, como si así, trocitos nuestros se esparcieran y completaran junto con otros, un trazo mayor; una manera de sentirnos útiles.
Lo que somos, es lo que hacemos, lo que pensamos podría convertirse en actos, por lo tanto en nosotros, y si pudiéramos lanzarnos al viento llegando a los cuatro puntos cardinales, sería como si cumpliéramos un poco con la necesidad que tenemos todos de trascender, de sentir que nuestra vida no es completamente irrelevante ni vacía.
Si somos porque hacemos, mejor hacer algo con lo que somos.

jueves, 20 de julio de 2017

A la carta

¿Tenemos la posibilidad de vivir a la carta? Es decir, ¿podemos manipular la vida, acoplarla a nuestro gusto, mover las variables que queramos para estar cómodos en ella?
Las palabras ayudan, son la materia prima de los pensamientos, y éstos son los que nos enfocan los sucesos, tanto internos como externos.Somos un organismo vivo que ha de sobrevivir al entorno, depende de cómo lo asimilemos, actuaremos. La mente, cambiante, nos guía. Está comprobado.

Las palabras moldean los pensamientos, dan nombre a las emociones, ayudan a construir nuestro universo, encarrilan los sucesos. También recogemos las de los otros, que mezclándose con las que tenemos, nos garantizan mejores pensamientos, emociones, universos.

lunes, 17 de julio de 2017

Eventuales

Qué pocas veces se puede retener el momento, qué poca gente puede llenar un espacio y convertirlo en eterno sin límites, vínculos más allá de los vínculos, vidas compartidas en la distancia, sin tiempo ni fin.
Qué difícil sentirse uno mismo con alguien a quien no vives a diario pero sí está cada día, desde más allá del comienzo, dentro, al lado, presente en la ausencia. Esas amistades que nos han configurado y regalado parte de lo que somos y seremos. Y que a veces, pocas, puedes compartir con ellas mismas, bajo un trocito de realidad. Son recuerdos vivos que ayudan a que la grisura de los días se iluminen durante unos instantes eternos, ayudando a sobrellevar el tedio del día a día, de la espera, de los sueños, de la realidad que siempre viene a poner las cosas en su sitio, pero que también, en ocasiones, nos permite experimentar esos momentos reales como pocos aunque imposibles.
Hay personas que son parte de nosotros sin ser parte de lo cotidiano. Y no por eso son menos importantes en nuestro andar diario. Quizá lo sean más.

jueves, 13 de julio de 2017

Cajas de latón

No hay nadie que no tenga una caja de latón guardada, llena de recuerdos, ilusiones, anhelos y suspiros; en ella está esa parte íntima que sacamos de su escondrijo, casi a escondidas, como si conspiráramos contra la vida, cuando no nos ve nadie, cuando hartos del barullo de afuera, buscamos reencontrarnos con esos sueños nuestros envueltos en un papel de seda crujiente para compararlos con los de ahora, y comprobar que no se van tanto, que en realidad, siempre hemos deseado lo mismo, siendo nosotros iguales de niños, de jóvenes, de adultos, como lo seremos de ancianos. Los ojos que nos miran en el espejo al buscarnos siempre nos observan con la inocencia de quien no sabe muy bien qué hace detrás del azogue.
El jaleo diario, la inercia, los logros sociales y personales no son nada comparados con esa cajita de latón, la que se guarda en lo más hondo del armario, entre jabones, toallas y ropa blanca o en el altillo, bien resguardada de posibles curiosos. Nuestra esencia representada en recortes, juguetes, apuntes, diversos objetos sin sentido para nadie que no seamos nosotros, sin magia para quien no los sabe ver con la mirada del recuerdo; se confundirían con su forma, dejando de ver su fondo.
Todos somos especiales en algo, tenemos el don de aquello que mejor hacemos, a donde regresamos tras un día cansado, buscando las actividades que más nos gratifican, las nuestras; ese libro empezado, quizá esa receta, la quiniela, repasar la ropa, bordar, crucigramas guardados de revistas encontradas, la guitarra que nos envuelve, un bordado que adornará el cojín, ese partido, aquella serie..., tantas cosas como gente hay, todas igual de válidas porque cumplen su misión: la de aguardarnos en casa, junto al rincón secreto de la caja, para dar sentido al día a día, hacerlo más nuestro.
Son en esos momentos únicos y privados, repasando con los dedos los objetos invisibles de esa cajita de latón, lo que nos da la sensación de que estar vivos vale la pena.

lunes, 10 de julio de 2017

Ahí no estamos

Es una época oscura, más de lo que queremos pensar. 
El ambiente, la gente, los enfoques empiezan a cerrar filas en torno a una individualidad negra; un sálvese quien pueda, un mirar por uno mismo, un embrión que va creciendo con el malestar.
Cierto que también, y sin ser una contradicción sino un refuerzo de la crisis personal, se crean colectivos que arropan y se arropan ante un malestar común, se van haciendo grupos donde el problema de uno se hace de todos, porque a todos les atañe. Y surgen como setas.
No podemos negar que estamos inmersos en un caos del que no se sabe muy bien cómo se va a salir, eso lo sabrán quienes estudien este trozo de Historia, conocerán al empezar el tema el porqué y cómo se solucionó. Porque bien o mal, esta época desestabilizadora se asentará. Lo que no sabemos, quienes la vivimos, es qué hacer, dónde ir, cómo movernos. Estamos presos en y de los sucesos porque son los nuestros; la solución la tenemos nosotros; así que no la vemos.
Mientras tanto los individuos nos alejamos unos de otros, intentando encontrarnos. 
Y no, ahí no estamos.

jueves, 6 de julio de 2017

A veces

No actuar. Esperar.
A veces, hay que saber darle tiempo a las acciones emprendidas, dejar de ir de un lado para otro. Con ese ajetreo no se acelera nada, en todo caso, hasta se tiene la sensación de ir más lento.
Esperar, no amontonar acciones.
No es posible, muchas veces, cerrar lo empezado, terminar como uno quiere lo que quiere. Es complicado y difícil tener que sentarse y esperar. Esperar a lo que se hizo y se empujó desde la cima de la ladera, baje rodando solo, y que alguien, al otro lado, lo reciba, lo sepa entender y lo complete. Los proyectos, igual que nosotros, dependen de muchos factores.
No se puede hacer todo, ni ser todos, ni pretenderlo todo.
Aunque se quiera.
No se puede.
Actuar, esperar, desear, soñar. Vivir.

lunes, 3 de julio de 2017

Absurdos terribles

La frase tan escuchada, y repetida, de que la realidad supera la imaginación, además de cierta, viene a mostrarnos realidades insuperables, de las que si te las inventases, la gente rechazaría por inverosímiles.
Estos hechos, que supe hace poco, vienen a demostrarme, de nuevo, esa afirmación.
El dictador de Rumanía, Nicolae Ceausescu, odiaba cualquier desorden de la Naturaleza, una especie de complejo del tirano: cómo se atrevía nadie, ni Ella, a desobedecer su estética. Odiaba las amapolas, con su rojo molestando en los campos de trigo dorados; las hojas secas de los árboles, supuestamente verdes; y vacas escuálidas pastando. No lo soportaba, y se actuó en consecuencia. 
Por supuesto, no es nuevo que a los dictadores se les haya amoldado la realidad a su gusto, de hecho, es tristemente el principal deber de los sometidos.
En este caso, antes de que llegase de visita oficial, si había campos con amapolas, las cortaban una a una, si había vacas flacas, y tras lustrarles el pelo se notaba el pellejo, traían a las llamadas vacas presidenciales, unos animales gordos, sanos, que recorrían la misma ruta que el tirano, para que las viera y se sintiera orgulloso del ganado regional, y lo más absurdo: las hojas secas de los árboles se pintaban de verde, igual que pintaran de rojo los rosales de la Reina de Corazones en ese País de la Maravillas de Alicia cuando se plantaban rosas blancas, en vez de encarnadas, como deseaba su Majestad.
Aquí la fantasía supo anticiparse a la realidad.