viernes, 31 de mayo de 2013

Otro año más

Se acaba el año, qué rápido se ha ido. Se acaba el mío.
Habrá sido como todos, bueno y malo, lleno de proyectos y frustraciones, luminoso y oscuro.
El que viene será lo que este, que ya se acaba, comenzó a esbozar.
Espero que esos esquemas, aún borrosos y tímidos, se afiancen y conviertan estos nuevos trescientos sesenta y cuatro días en algo grande.
Por mi parte, lo empiezo con grandes esperanzas.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Apostar

Dejar algo detrás de cada día, que no pasen en vano esas veinticuatro horas en las que está fragmentado, que conste que hemos recorrido todos los segundos para algo, para alguien.
Trascender, mirar atrás y constatar que nuestro paso no fue invisible, sirvió.
Todos buscamos anclarnos en la marea absurda del caos. Es gratificante tomar el timón, ser, no sólo estar.
Los años pasan igualmente, qué mejor que dejemos nuestra impronta, nuestros sueños convertidos en realidad. No permitirnos, por pereza, por desidia, por excusas, abandonarlos, abandonarnos.
Aunque para eso tengamos que forzarnos, incomodarnos, traernos a la dura disciplina que conlleva convertir lo onírico en realidad. Y cuesta.
Hay que ser valientes, luchar contra los límites para eliminarlos, derrocarlos, ampliarlos, construir sin ellos, lo que muchos, creerán quimeras. Incluso a pesar de que lo sean.
Arriesgarse a ser ese que se sueña.

lunes, 27 de mayo de 2013

El azar

Lo cerca que pasan de uno las desgracias, a veces, y sólo le rozan; un coche que pasa tan al lado que te vuela la ropa, un tropiezo que de haber perdido el equilibrio te hubiera precipitado escaleras abajo, una tapa de alcantarilla medio rota vista a tiempo y salvada, un golpazo de manillar que te evita una caída grave... cientos de ejemplos, que vienen a confirmarte que aún se te quiere entero.
Pero al contrario también sucede, cuántas veces, al explicarnos alguien el accidente tonto de tal cuando se rompiera una pierna o de cual que lo dejó casi muerto, nos damos cuenta de que tampoco tiene lógica ninguna: No se sabe por qué los accidentes acechan casi a diario y algunas veces logran su propósito y otras no.
Lo llaman, azar, o no era tu hora, o destino, o lo que quieran, pero nadie sabe aún el porque de esas amenazas reales que acechan por las esquinas de la vida cotidiana. Puede que sea simplemente la cuenta atrás.

sábado, 25 de mayo de 2013

Días de lluvia

Los días lluviosos tienen algo de melancólicos, no grises, sino cubiertos de una pátina triste, donde caminar, pensar, recordar se agudiza. Los sentidos algo embotados nos salen al paso mojados, como una fotografía mal conservada, con los rasgos desdibujados, quizá por lo mucho que se ha mirado, desgastando perfiles, imaginando, más que mirando, lo que nos cuenta desde su espacio congelado, eterno.
La lluvia potencia ese estancamiento, esa borrosidad nítida de lo que fue, de lo que es. Nos empapa con lo que no se ha realizado, nos urge a recomponer las figuras de los sueños, de lo que se quiere hacer. Miras cómo el cielo abierto se desparrama sobre nosotros, sobre lo que pisamos y no nos gusta tomar conciencia de lo que no hemos andado, ni hecho.
La lluvia nos recuerda que todo pasa, que nada es lo que es, sino lo que quisiéramos que fuese y los sueños se nos mojan, pendientes de un sol que los ilumine, les de vida y calor.
Sí, son días para dejarse llevar por la melancolía, esa emoción tan suave, dulce y a la vez, sosegada y acuciante.

jueves, 23 de mayo de 2013

Desconocidos

Andando entre la gente, mucha gente, cerrando los ojos, que ayuda a dar una sensación de irrealidad.
Cuántos somos. Cuánta gente que no conocemos nos vamos encontrando en esas calles. Cada uno con su mundo, historia, pensamientos; sin conocernos pero rozándonos, escuchando retazos de sus conversaciones, compartiendo durante un segundo sus preocupaciones, alegrías, inquietudes.
Quizá entre ellos estén los que en un futuro serán amigos, compañeros, vecinos. Los que ahora miramos y no reconocemos podrían convertirse en gente con la que quedar algún día. No se sabe. No nos hemos encontrado en un ámbito propicio para el trato, solo unos instantes, unos segundos donde hemos intercambiando el mismo lugar, las mismas callejuelas, el mismo tiempo.

martes, 21 de mayo de 2013

Falsedades

Las mentiras.
No sólo vivimos con ellas, sino entre ellas y de ellas. Es una especie de entramado social casi necesario para sobrevivir a las verdades imposibles de aceptar, asimilar, o simplemente decir. No se suele aceptar casi ninguna. La sociedad ayuda a limarlas, a solaparlas.
La primera vez que un niño se topa con la mentira, con alguien que le ha engañado, le escuece hasta las lágrimas, hasta el desgarro de la inocencia.
La sociedad está basada en ellas, tapamos verdades de todo tipo y condición; desde no comentar lo mal que le queda a uno un vestido o peinado, hasta secretos oscuros y peligrosos.
Esa verdad nos la ocultamos a nosotros mismos, por amenazante, porque podría desmontar el precario equilibrio de esa red trenzada por conveniencias, mentiras y verdades a medias; hasta que nos estalla por dentro, despreciando el statu quo social, y enfrentándonos a nuestra propia conciencia, la que teníamos de niños antes de mirar cara a cara a la falsedad. Si nos supera, entramos en la neurosis, pero si la superamos, crecemos más allá de lo social, dejamos sus mentiras para obtener nuestras verdades. Tan duras siempre. Tan necesarias.
Nada hay más aterrador, nada más difícil de asimilar, que encontrarte con la verdad desnuda, sin lazos ni adornos sociales, tal cual es. No estamos preparados para ella. Y superarla nos lleva tiempo. Mucho.
Toda sociedad está basada en el engaño, lo que trasciende al público, nunca es lo real. Lo que se quedan los que manejan los hilos, tampoco. Es más profundo que todo eso; es la incapacidad de comunicar abiertamente lo que sentimos, lo que somos, lo que anhelamos. Sólo los locos y los niños muy pequeños, aquellos que no se han enfrentado a la primera mentira, son los únicos que se atreven a desafiar las normas secretas establecidas. Luego, los segundos, se irán socializando, se les irá introduciendo en el sutil mundo de los engaños, entramados sociales turbios y sinceridades interesadas.
Antiguamente, en algunas civilizaciones, eran a los orates a quienes se les confiaban sus oráculos; sabían que por ellos, ajenos a la norma común, se decía lo que se pensaba.
Así se veía mejor el futuro, viendo cara a cara el presente desnudo.

domingo, 19 de mayo de 2013

Intercambios

Cafés, conversaciones, humo, palabras, risas, paseos. Vidas que se encuentran, momentos inmortales que construyen la base para nuevos cafés, conversaciones, risas, paseos.
Unos vienen, otros se van, a veces para siempre, y aún así en esa ausencia, nunca acaban de desaparecer. Encuentros fortuitos, lazos fuertes, relaciones superficiales, amistades imprescindibles, gente. Y nosotros mismos somos gente para la gente, siendo parte de ella. Nuevas experiencias que nos sorprenden porque podrían habernos ocurrido a nosotros, abriéndonos los ojos a cirucunstancias lejanas a las nuestras. Atentos, no queremos perdernos palabra, risa, sorbo, paso.
Compartir, engañar a la soledad, buscar la compañía de los que nos son gratos. El cosquilleo agradable del encuentro previo, la sonrisa que se nos escapa al vislumbrarlos de lejos, la risa franca en el encuentro. Maravillosa sensación estar a su lado. Hay personas especiales que nos tocan todas las cuerdas; que hermosa melodía. Que especial te sientes. Qué difícil encontrarlas, no hay tantas, pero cuando sucede, lo sabes. Esa risa tras ese café, rodeada de humo, sorbiendo las palabras que surgen del eco de los pasos, en ese paseo que ahora es eterno, estar bien, completo, feliz. Dando un paso detrás de otro, compartiendo el mundo que te ofrece, que ofreces. Nada más intenso. A veces, doloroso.
Necesidad de saberte parte de alguien, de ser alguien para alguien. Sin eso, que vacío, que tristeza se arrastra a lo largo de los días, de la vida.

viernes, 17 de mayo de 2013

Tormentas de primavera

Hoy el cielo tenía color de tormenta, sus nubes revueltas, grises, amenazadoras sobre un azul turbio a punto de estallar. El viento agitaba las ramas de los árboles y creaba pequeños tornados de papeles, hojas y basura por las calles. Caían gotas gruesas, calientes, que venían a estamparse contra el suelo. Y una luz, ¡qué luz!, blanca, intensa, sobre un negro amenazador, tiñiéndolo todo de reflejos vívidos, logrando que las cosas se realzasen, creando un efecto como de pintura hiperrealista, alejando la imagen cotidiana. Ese tono tan blanco eliminaba la tercera dimensión, reduciendo la ciudad a dibujo, a simple boceto. Andar por ella era casi irreal, con el viento en contra, las gotas impidiendo la visibilidad, la luz fantasmal, el ruido, casi eco, de la tormenta que no acababa de romper. Pasear bajo esa amenaza controlada es siempre estimulante.
Claro, que sufrir ese cielo, por ejemplo, en el mar, donde la naturaleza en vez de hermosa es terrible, no debe ser, para nada, placentero, sino espantoso; depender de su capricho, estar a merced de esas nubes, ese cielo negro y blanco, ese viento que te puede arrastrar al fondo, no es bello ni siquiera trágico, es algo más profundo, más aterrador; es comprender lo pequeños que somos, lo frágil que es la vida, lo lejos que estamos de dominar los elementos, cosa que en una ciudad, arropados, es tan fácil de creer; aquí, bajo techo, nos engañamos con una autocomplacencia, con una superioridad infantil y miope, tan falsa como torpe.
Qué diferente es todo dependiendo de las circunstancias. Pero aún así, qué tarde más hermosa ha sido ésta.

miércoles, 15 de mayo de 2013

La comodidad

No hay nada seguro, lo que creemos tener no lo tenemos, lo que pensamos saber, no es tan cierto. La vida en sí misma es insegura. Nos agita y vapulea quitándonos y dándonos lo que ni imaginamos, todo es cambio: hemos de adaptarnos. Esa seguridad cómoda que como espejismo nos parece real, no lo es.
Nada bajo el sol lo es.
Los cambios continuos es la única variable inamovible. Lo que ahora es, no lo será un día cuando abramos los ojos y veamos que todo es distinto a lo soñado, planeado, vivido, y a pesar de eso, se ha de seguir, desde la incertidumbre de estar vivos.
Una puerta sin puerta que nos muestra, invariablemente, lo lejos que estamos de esa comodidad cotidiana que estalla en mil pedazos cada día. Unos más que otros.

lunes, 13 de mayo de 2013

Objetos

A veces, las cosas más sencillas, más simples nos atrapan en su simplicidad, en su entrañable modo de ser, de entregarse.
Me refiero a esos objetos casi primitivos que ahora quedan relegados a museos etnológicos, o al fondo de los armarios de los abuelos. Me encantaba ver moler el café en esas cajitas cuadradas, de madera casi de café, tanto por el color, como por el olor de tantas veces moliéndolo, que se abría por una esquinita y entraban los granos fuertes, enteros y que con una manivela se les iba moliendo, reduciéndolos a polvo, y que parecía fácil y cuando insistías mucho para que te dejaran moverlo, se te cansaba la mano y no crujía con el mismo ritmo que a ella, o la chocolatera, que con la maza iba esponjando el chocolate, o ese ajetreo de palillos que se movían luchando para crear una puntilla, enganchados los hilos en alfileres y bailando un vals sólo conocido por la mano y los bolillos, de donde surgía una tira de espuma de hilos y vacíos... cómo sonaban, cómo olía el café, el chocolate, qué hermosos esos utensilios hoy tan lejanos, como el botijo, ese objeto de barro, que sudaba para que el agua viviera siempre fresca, siempre dispuesta a derramarse por tu boca abierta a la espera de ese chorro que nunca parece llegar y que luego se desborda por toda la cara..., y te da risa y lo dejas agradecido, hasta la próxima sed. Si es porrón, tendrá vino, como la bota, esa de cuero vuelto... o la navaja que servía para todo... esos objetos humildes que ya no están, que se extinguen con apenas un suspiro, sin querer molestar, los que fueron la tecnología de los abuelos de nuestros abuelos.
Qué entrañables objetos, ahora, imposibles.

sábado, 11 de mayo de 2013

Ciclos

Uno construye, otro viene y lo destruye. Y así van las cosas. A cualquier nivel. No es una queja, es una realidad. Lo que intentamos siempre, después de la destrucción es que no nos afecte demasiado, o ver por qué fue arrasado y empezar a crear de nuevo, lo roto o quizá otra cosa.
Desde la autoestima, hasta una ilusión, o un proyecto, un trabajo, un algo..., uno hace y otros deshacen. Y la primera vez que te enfrentas a eso, de niño, es cuando empiezas a entrar en el mundo del adulto. Dejas la ingenuidad, aprendes a defenderte, a entender que dejar, no es que te quiten las cosas, que a esperar de alguien algo, no es frustrarte porque no te lo den..., aprendes a que a pesar de que te destruyan, has de ser mucho más fuerte, y seguir creando.

jueves, 9 de mayo de 2013

Torre de Babel

Según la Biblia Dios castigó al Hombre que, por arrogancia, intentó llegar hasta Él, construyendo la Torre de Babel. Desde las alturas, esas que Su creación pretendía alcanzar, maldijo la Palabra y dio lugar a las diferentes lenguas: con eso consiguió el caos de la incomunicación; desde ese momento fueron incomprensibles por tener diferentes códigos.
Pero yo creo que creó el caos más allá de los diferentes idiomas. Lo creó incluso en los mismos lenguajes.
Pocas veces se entiende lo que te dicen, y menos aún sabemos expresar lo que queremos. Las palabras enmascaran los sentimientos, dan coartadas perfectas para escondernos tras ellas. Hablamos mucho pero no decimos nada.
Compartimos lenguaje, costumbres y aún así, solemos malinterpretar a los que nos rodean; si es así dentro de la propia cultura, que no será en otras donde diferentes usos y signos aún nos despistan más.
La genialidad de ese Dios Bíblico de aplastar de raíz la incipiente capacidad de compartir lo que somos a través de las palabras, sean estas compartidas o no, evitó y evita, que expresemos lo que somos a los demás y a uno mismo. Efectivamente, no nos dejó aproximarnos a Él. Sabio. (Y quizá temeroso y precavido).

lunes, 6 de mayo de 2013

Flexibilidad

Cómo me gusta que de repente todos los planes cambien de arriba a abajo por algún imprevisto -si es bueno, mejor-. Ahí estás; con el día montado, ajustado hasta el milímetro, y zas, te entra algo no contado que has de reubicar para que encaje.
Las prioridades primero, a lo que se puede posponer se le mira de reojo para ver que conviene; si mañana o si con un esfuerzo, hoy. Aceleras la rutina, que suele llevarse a cabo con calma, sobre todo, por lo pesado que es hacerla día tras día tras día, y esa prisa hasta la anima.
Intentas que no se pase nada; la mente trabaja deprisa para maximizar el éxito y asentarlo todo lo más eficazmente posible. Son varias las maneras de reubicar las piezas del tétrix improvisado, y cuando sientes que esa es la mejor, un orgullo infantil te invade. Hecho. Ya está todo en orden; se ha logrado sacar más partido a las mismas horas. Grande.
Ahora a disfrutar de la pieza que nos hizo distribuir la mañana de nuevo. Lo que cabe en un día es más de lo que ponemos. Siempre.

sábado, 4 de mayo de 2013

Obra

Es curioso que se diga que un artista llega a la cima de su creación cuando alcanza, por ejemplo: un pintor, un cuadro en blanco; un escritor, una frase mínima con la quintaesencia del todo; un músico, tres notas condensadas en ellas la música de las esferas.., es decir cuando lo que creas roza la Nada: la esencia del todo dicho con nada.
Puede ser, sí, a lo mejor la búsqueda de uno mismo, de la vida a través de la disciplina elegida, del porqué de las cosas, nos lleve de la ilusión de crear, a crear investigando y desplegando todas las etapas, para acabar donde se empezó: en nada. `
Quizá el recorrido valga la pena, porque ciertamente, no se vuelve al mismo punto, se ha dado la vuelta al mundo, al propio universo, y si se parte sin nada para regresar con nada, no se puede negar lo mucho que se vio de todo.

jueves, 2 de mayo de 2013

La noche de ánimas

La noche de ánimas, que suena mejor que Halloween, fiesta que se celebraba asistiendo a la representación cuasi obligada de Don Juan Tenorio. Ahora la gente se disfraza de monstruos y fantasmas, imitando la fiesta anglosajona, y exportada de sus colonias. Aquí sin necesidad de pedir dulces a cambio de no hacer trastadas. Sólo fiesta, risas tenebrosas y quizá una excusa como otra cualquiera de acabar borrachos.
La calabaza con su vela encendida ante la ventana, es un aviso a los espíritus, que hoy vagan por la tierra, de que no entren en las casas. En Méjico, por el contrario, se las anima a transpasar el umbral. Les hornean figuras de azúcar con sus nombres y regalan aquello que tanto les gustó en vida. Distintas costumbres, distintas creencias, los hay que no quieren saber nada de las ánimas y las hay que quieren disfrutar de su compañía un ratito más.
Los espíritus que regresan a vernos; que belleza en el concepto, más allá de historias de miedo o pelos erizados ante la muerte que deja un día libre. El mundo de los muertos que se niegan a permanecer en las tumbas; que tema para todas las artes, que escalofrío, si se piensa en ello, que atracción de vértigo asomarse a ese mundo oculto y cerrado. La razón no acaba de sentirse cómoda ante la nada, usa de la imaginación colectiva para encontrar remedio a ese final imposible de evadir, trayendo, invocando y conmemorando a los muertos que nos preceden, nos los traen para crear el consuelo de que el final, no es final, sino parte de otra forma de vida.
La atracción hacia la muerte, los cementerios a los que ahora, en breve, se visitarán masivamente, y a los que no conseguí entrar de pequeña, de noche, por mucho que lo intenté; algo me hacía correr en dirección contraria a la recorrida contando historias de miedo, mientras me hacía el firme propósito de entrar, esa vez, sí. Imposible: ¿Y si los muertos salieran a recibirme?
Esta fiesta universal hacia las ánimas, en pena o no, esa invitación a volver a visitar aquello que en vida les dio calor, es algo más bien para nosotros, los vivos, que para ellos, los ya idos. Es un último intento poético de no enfrentarnos a la oscuridad de una tierra húmeda que nos arropará. Es, sobre todo, la alegría de reencontrarnos con esos espíritus que viven en nosotros para siempre tras su partida.
La noche de las ánimas, la esperanza de las almas vivas.