lunes, 29 de enero de 2018

Definirse

Más de una vez se dice, se escucha o se lee que, estando solo es cuando me siento más yo mismo.  
Bueno, creo que es justamente lo contrario: estando solo uno no sabe ni cómo es; simplemente, es. 
Lo aclaro.
En soledad no necesitamos reaccionar; usamos nuestro tiempo en lo que nos apetece, no hemos de dar cuentas a nada ni a nadie. Cierto que a mucha gente, cada vez a más, le angustia la soledad, ese tener que rellenar el tiempo con ellos mismos. Pero eso es otro tema.
En este quiero comentar que cuando no hemos de demostrar lo que somos, lo que haríamos, cómo situarnos con respecto a ciertas situaciones, comentarios, obstáculos..., cuando no tenemos a nadie cerca, no hemos de definirnos. 
No es que seamos nosotros mismos en soledad, es que no hay nada para demostrar quiénes somos. Es cuando debemos mostrar lo que pensamos, ya sea haciendo, diciendo, o en ocasiones hasta omitiendo, donde revelemos ese yo que tan bien creemos conocer estando a solas.
Ahí somos. Ahí damos la talla, o no.
Luego siempre se puede volver a la soledad para reflexionar y mejorar, eso siempre, pero sería otro tema.
Nos definimos entre otros. A solas siempre somos ideales.

jueves, 25 de enero de 2018

Soñar

Pronto saldrá mi nueva novela. 

Esa ilusión renovada, a pesar de saber lo que se viene encima, es lo que nos hace continuar.
Da igual el sueño que se venga a despertar; todos ellos, cuando entran en la realidad, lo hacen del modo menos ideal posible: pocas veces, tal vez ninguna, coincide lo real con lo imaginado. 
Lo que da igual, porque siempre se sigue soñando que lo real puede ser soñado, ya que soñar permite que lo real no sea solo una pesadilla.


Iré dejando miguitas de palabras de la nueva novela por aquí, a veces, a trocitos.
Gracias por leerme.

lunes, 22 de enero de 2018

Lo que nos rodea

Es detrás de uno donde está lo interesante, lo que no vemos, lo que dejamos atrás, lo que ni nos dimos cuenta que estaba ahí. 
Vamos rectos, atareados con lo del día, olvidándonos de que alrededor está la esencia, lo que al andar apartamos.
Se habla mucho de soñar despiertos, pero poco de despertar los sueños que nos rodean; están ahí. Y nosotros ciegos.
Andar por una calle, no es andarla y ya está, es ver todo aquello que ofrece: esa grieta, la flor que intenta nacer de ella, el olor, las paredes que la acotan, la gente que la transita, las conversaciones que flotan, los charcos que serán barro..., lo que dejamos atrás mientras creemos vivir intensamente yendo de un lado a otro.
Y es que toda una vida no da para ver bien lo que tenemos delante.

jueves, 18 de enero de 2018

Sin

Siempre es durísimo constatar que la vida sigue perfectamente sin uno. Si tú paras, el mundo no lo hace contigo. Donde eras importante, dejas de serlo, solo el recuerdo de tu sombra continúa. Y no es malo, es necesario, pero duele; no es fácil asimilar, cuando lo ves, que al irte, y regresar, nada es igual aunque sea lo mismo. Ya no estás, la gente se mueve sin ti, las cosas sobreviven a la ausencia de tu tacto, de tu mirada. Has tenido que parar, pero no el resto, que funciona exactamente igual, sin cambios en ese oscilar ondulante de ausencias cubiertas por presencias nuevas... en tu pupitre se sienta otro, en el trabajo otro explica, en las risas de ellos, no está la tuya... pero siguen, todo sigue sin ti.
Es lo que hace que podamos soportar las ausencias; olvidarlas. Con cariño, pero con firmeza, las llevamos a esa zona de niebla donde los márgenes dejan de ser nítidos.
Somos fantasmas de nuestra propia presencia. Ausencias vivas.

lunes, 15 de enero de 2018

Entropía

Si fuéramos conscientes de que vivimos sobre un minúsculo planeta que da vueltas sobre su eje y alrededor de un sol que algún día dejará de brillar, que forma parte de una galaxia que a su vez está contenida en un Universo que ya se ha demostrado que no es infinito y que acabará o expandiéndose o contrayéndose, a ver qué opción es peor, digo, si fuéramos conscientes de semejante inestabilidad, mezcla fortuita entre absurda y genial, no nos preocuparíamos tanto de ciertas cosas.
Pero es imposible no hacerlo, nuestro propio universo, el que contenemos en nuestro yo profundo, o no tanto, ha de atarearse con lo que nos circunda; con que los precios suben, los niños crecen, los amigos no llaman, la pareja nos da problemas, no llego a donde quiero, no se cumplen las expectativas... nuestras vidas nos parecen mezquinas cuando las comparamos con otras, más terribles o importantes; nuestro rostro, al que veces vislumbramos en los espejos, nos sorprende mirándonos, acuciados por los problemas diarios y corriendo de un sitio para otro a ver si arreglamos algo... pero sin ser conscientes de donde tenemos puestos los pies: Sobre un suelo perdido en un universo desconocido.
Esta realidad debería situarnos y permitirnos vivir mejor, con más confianza en el caos, pues de ahí sale y surgió todo.

jueves, 11 de enero de 2018

Tanto por ver

Hay miles de cosas por descubrir, una vida no da ni para atisbar la milésima parte de este mundo. 
Desde que el hombre es hombre se ha dedicado a compilar la información, pensamientos, ficciones, teorías, imágenes que se ha hecho sobre este planeta en el que nos tocó respirar. 
Tenemos lo que se creyó verdad en su tiempo, lo que ahora se tiene por falacia, junto con lo que se imaginó, se soñó, se ideó para comprender, o querer intentarlo al menos, este universo.
Vivimos con la maldición, o el don, de sabernos mortales: nuestro tiempo no da para todo. 
Ocupamos la mayor parte aprendiendo a ser, a vivir. No muchos optan por adentrarse en cómo lo hicieron otros, qué pensaron, soñaron, crearon, postularon. Y aun así, todos ansiamos sacar el máximo partido al tiempo limitado que tenemos.
Las miles de cosas que nos rodean se suman las que ya pasaron y nos hacen tener nostalgia de las que pasarán cuando ya no podamos verlas. 
Menos mal que sí se nos permite imaginarlas.

lunes, 8 de enero de 2018

Imprevisibles

Hay días donde te arrastras, cansada, apática, sin energías ni ganas de nada. Días grises, doloridos, negros donde los pensamientos se contagian de esa pátina turbia y siniestra que nos impide movernos, atrapados en la sustancia pegajosa y viscosa de las que están hechas.
Son horas cansadas antes de nacer, las vemos forjarse en el rabillo de las manecillas del reloj, atentas a su cometido de no dejarnos levantar cabeza. Se camuflan para sorprendernos, pero en vano; las sentimos. Ya pueden disfrazarse de lluvia, malestar ligero, melancolía, fiebre, que las detectamos. Son minutos tejidos con ese punto denso de la apatía, del desánimo, con un entramado tupido, opaco. Son lo que son y se viven como se viven.
Pero siempre acaban terminando y dejando paso a las horas cotidianas, más ligeras, imprevisibles y vivas.

viernes, 5 de enero de 2018

Quizá ni eso


Días, horas, años. Medidas de un tiempo finito, del nuestro, donde a veces parece estancarse  y otras volar. Lo único que tiene en común es que es nuestro, es que somos en él. Estamos atrapados en ese transcurrir inexorable, sin capacidad para adelantar o atrasar ni un solo segundo, vivimos a su sombra, somos la memoria que seleccionamos de ese tiempo, esa cárcel que no querríamos que se abriera, porque cuando se termine, ignoramos adónde iremos, quienes seremos. 
Los recuerdos de las horas que pasamos siendo nosotros son irreales, los modificamos al gusto.
El tiempo asignado es caprichoso, inestable en su consistencia.  
Quizá somos lo que une un segundo con el siguiente del Tiempo dado. Quizá no somos ni eso.

miércoles, 3 de enero de 2018

Para qué

¿Para qué se escribe? Es una de las preguntas recurrentes, las contestaciones varían, pero para los que creemos que escribir es algo más que pasar el tiempo, o un camino hacia la fama, o un modo de disfraz social, diría que se pone en palabras el mundo para hacerlo más habitable para uno.
Se escribe desde un pozo negro, común a todos los mortales, pero más patente a quienes lo exploran, encontrando ahí lo que suele haber en zonas oscuras y tenebrosas. Y es desde ahí donde cogemos las palabras para definir lo hallado, soltándolas sin saber si llegarán arriba, al lado luminoso; las divulgamos sin la seguridad de que las recogerán, las liberamos para que no nos supere la negrura, para entender lo incomprensible, para alcanzar a levantarse un día más.
Se escribe por necesidad, para no morir vivo.