lunes, 7 de octubre de 2013

Romper

A veces con cambiar mínimamente las cosas, el giro es impresionante.
Estamos convencidos de que somos invariables, que lo que nos rodea lo es: esa calle de siempre, esos comercios, árboles, gente. Y no es verdad.
No solo no te bañarás en el mismo río dos veces sino que jamás nada se repite. Creemos que lo hace; no es así, ni nuestro rostro es igual cada día, ni los pensamientos, emociones, y resoluciones lo son. Tendemos a crearnos un mundo asequible donde para vivirlo, nos habituamos a lo que nos rodea, así el cerebro, siempre listo, optimiza sus recursos, pero somos más que la suma de nuestras partes, y esa economía mental, a veces, se vuelve en nuestra contra. 
Cuando vivimos engañados en nuestro pequeño entorno, cuando aburridos de él, empezamos a no verlo, hay que cambiar ligeramente el modo de actuar, romper ese hábito correcto porque pronto dejará de ser útil para ir en nuestra contra.
Se ha de renovar lo rutinario con nuevos enfoques porque si no corremos el peligro de creernos que ya lo tenemos todo hecho, y ni siquiera hemos empezado.

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