La de vueltas que se da, a veces, antes de empezar a hacer lo que se tiene que hacer.
Es como si se nos ocurrieran mil cosas justo cuando tenemos que comenzar con la tarea obligada, damos rodeos mentales y reales, vamos allá, acá, bebemos agua, volvemos a mirar donde no hacía falta que mirásemos ni antes ni ahora, nos acercamos con decisión al foco del trabajo pendiente, para, fíjate, descubrir que falta algo y salir a buscarlo con alivio, aunque un alivio algo cansado ya de dar vueltas.
Al final, no hay más, uno se pone a ello, y aunque al principio aún se haga a regañadientes, poco a poco, te vas adentrando más y más en la tarea -sea ésta la que sea-, y el tiempo empieza a volar y ya se está completamente a gusto trabajando.
Y justo en ese punto, donde seguirías horas y horas, precisamente, ellas, las horas, vienen a interrumpirte con la necesidad de otro orden de cosas; hay que dejar ese trabajo para hacer otro.
Cómo fastidia tener que acabarlo, casi tanto como haber tenido que empezarlo.
Es como si se nos ocurrieran mil cosas justo cuando tenemos que comenzar con la tarea obligada, damos rodeos mentales y reales, vamos allá, acá, bebemos agua, volvemos a mirar donde no hacía falta que mirásemos ni antes ni ahora, nos acercamos con decisión al foco del trabajo pendiente, para, fíjate, descubrir que falta algo y salir a buscarlo con alivio, aunque un alivio algo cansado ya de dar vueltas.
Al final, no hay más, uno se pone a ello, y aunque al principio aún se haga a regañadientes, poco a poco, te vas adentrando más y más en la tarea -sea ésta la que sea-, y el tiempo empieza a volar y ya se está completamente a gusto trabajando.
Y justo en ese punto, donde seguirías horas y horas, precisamente, ellas, las horas, vienen a interrumpirte con la necesidad de otro orden de cosas; hay que dejar ese trabajo para hacer otro.
Cómo fastidia tener que acabarlo, casi tanto como haber tenido que empezarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario