viernes, 30 de julio de 2010

Brillos

Creo que en toda infancia hay una atracción irresistible hacia todo lo que brilla. Como pequeñas urracas, los niños se lanzan a por cualquier trocito de luz; cristalitos, piedras pulidas, trozos de lágrimas de cristal, cuentas, abalorios, papelitos de plata o de colores..., caleidoscopios de objetos inservibles para los adultos, maravillosos tesoros para los niños.
A mí aún me siguen llamando la atención, me gusta lo que brilla, me acerco a mirar cuando veo algo que desde el suelo chispea, refulge llamándome.
Entiendo que los aborígenes se admiraran ante la bisutería traída adrede para lograr lo que lograron; expolios y trueques desventajosos para ellos, pero imposible resistirse.
Y cuanto menos valor tengan esas gotas del luz, más bonitas son. Porque lo hermoso que tienen es eso; luz y no valor material, son sueños escondidos, deseos encerrados que nos llaman, que se encienden.
Quién puede resistirse a una ilusión que llama brillando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario