viernes, 5 de agosto de 2011

Efímero

En las vacaciones aún es más obvio esa necesidad que tenemos de que cada segundo tenga contenido, de que el efímero paso del tiempo conste de alguna manera. Se toma como excusa el hecho de estar en un entorno diferente, para hacer fotos, que no es si no una forma de apresar el tiempo, de atarlo como sea a un presente huidizo, y que al verlas, al compartirlas, seamos conscientes de que sí estuvimos allí, de que sí vivimos, de que lo efímero de ser, sigue siendo válido.
Ahora, con el acceso universal a internet y con él, poder prolongar nuestros quince minutos de gloria en muchos más, también alargamos el momento que vamos viviendo, casi a la vez, haciendo y colgando fotos desde los móviles más avanzados directamente a las ondas; desde la física del tiempo real al mundo ideal. Es casi cómico ver cómo los grupos de gente viven el momento trasladándolo a ese mundo virtual al instante. Ratificando que viven, que son, que hacen algo interesante, lo estén haciendo o no, es irrelevante en este caso.
Lo efímero de ese segundo único que vamos viviendo en cadena, que solo existe en el momento y que el recuerdo le dará significado en los siguientes, es tan corto, tan mínimo, que de alguna manera, hemos de atarlo al tiempo, a nuestro tiempo.

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