Mirar
más allá, que bien suena, pero mirar más allá de dónde; ¿de nuestra
propia experiencia? qué difícil, qué imposible. La verdad, es que somos
limitados, nuestra capacidad para ver más allá de nosotros mismos es
algo que requiere esfuerzo, mucho. Leer ayuda, entender a los demás
también, pero siempre está contaminada esa visión por nuestra propia
mirada, nuestra limitada capacidad de entender, de aprehender lo que nos
rodea.
Puede que por eso nos sea tan complicado comprendernos
unos a otros, que la incomunicación se base en esas premisas; lo que uno
dice no es recogido totalmente por esa barrera. Asimilamos lo
escuchado, lo leído por esa experiencia limitada que nos configura, que
nos hace.
Eso no nos exime de intentarlo, de aventurarnos en los
otros, si lo logramos, si vemos más allá, entonces un mundo distinto al
nuestro nos llega, llenándonos de otras vivencias, otros puntos de
vista, otras maneras de entender ese más allá, si no, simplemente, la
amoldamos a nuestro límites, dejándonos por el camino lo que podríamos
haber ganado.
Es cuestión de dejarnos aparcados, salirnos de nuestras fronteras y ver, de verdad, más allá.
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