viernes, 29 de mayo de 2015

Gracias

Un día que hace un año, 
ese absurdo del tiempo contabilizado, 
esa quimera que nos hace calzar el tiempo al ritmo del calendario.

Un día no es un año,
pero un año puede darse en un día, 
años, días, semanas... Tiempo.

Una vuelta más al astro,
Trescientas sesenta y cinco a sí mismo,
Atrapados en los giros,
intentando dar sentido a ese sinsentido

Un día
Un tiempo
Un universo
Un nacimiento


miércoles, 27 de mayo de 2015

Trocitos

Si miramos de una vez cualquier todo, este pierde individualidad; se convierte en una masa donde los detalles desaparecen.
Como dicen; si un hombre, o mujer, pudiese ver cómo será su vida de golpe, se suicidaría. Y me lo creo. Es un "todo", ahí quedaría lo absurdo, la amalgama sin detalle de unos hechos, el sinsentido de recorrer las horas sin más. Y quizá por eso nadie tiene ese don, porque el ir despacio, segundo tras segundo, sin saber siquiera lo que sucederá en el siguente, nos da el ánimo, o engaño o esperanza de que existe ese cambio que uno quiere, porque todos queremos que el minuto que precede al eternamente presente, sea mejor.
No es agradable vernos esas horas, ese futuro, ya empaquetado, rutinario, inamovible y estancado. Es mejor desmenuzarlo, pasarlo de puntillas sin romper la ilusión de que no es un bloque, sino que está compuesto por miles de fracciones interesantes.

lunes, 25 de mayo de 2015

Precipitarse

Los días se atropellan unos a otros, van arrastrando lo que nos sucede, lo que no entendemos bien hasta que no son más que recuerdos por lo tanto, amoldables, irreales, confortables o no. 
Las etapas las vamos pasando creyendo superarlas, en realidad solo las vivimos mientras esperamos otras. La vida nos va viviendo, y sin embargo, hemos de intentar ser nosotros más allá de las circunstancias que nos abruman, alegran, impresionan o derrumban.
 Mientras dejamos que el Tiempo nos pase, nos aferramos a la esperanza para creer en que lo que ahora sucede dejará de ser para convertirse en lo que deseamos, lo que esperamos, lo que queremos... y soñando capeamos el temporal, pisamos más firmes el suelo duro y nos es más fácil salir adelante.
La esperanza es esa luz que no brilla aún pero que queremos creer que iluminará lo que ahora está oscuro. Sin ella, las tinieblas de lo cotidiano serían tan espesas que nunca acabaríamos de terminar ni un solo día.

viernes, 22 de mayo de 2015

O no

Ser o no ser...
Estamos tan acostumbrados a esta frase y las que la siguen, que no nos damos verdadera cuenta de lo que nos quiere decir. Es algo grande. Esa duda, siempre dual, ante cualquier problema grave al que nos hemos de enfrentar, la atroz responsabilidad de elegir, la necesidad de hacerlo.
Ser o no ser..., si no somos, si no decidimos, si no actuamos, elegimos no ser. Si elegimos ser, debemos arrostrar las consecuencias de una elección que nunca estará claro haber sido la correcta. Simplemente, es la que tomamos.
En algunos casos, dan verdaderas ganas de no ser, de intentar escurrirte por los resquicios de la vida, por las grietas de la realidad y desaparecer, descansar, dormir...tal vez soñar.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Acotados

Cristales rotos, crujir de hierros, paisajes fuera de foco. Niebla oscura que impide respirar, luces negras que apagan y ciegan.
No hay nadie, ¿quién podría haber? No hay nada, ¿qué querría ser?
Tumbados, yacentes, restos de lo que vivió, humanos que fueron, sueños que alguna vez se soñaron, ahora desperdigados, inmóviles, imprecisos, completamente inertes, pedazos de lo que fue y ya no es.
Entre ellos, aún a pesar de ellos, a través de ellos, encima y debajo, algo se mueve, se moverá, irá y vendrá, la desolación solo lo es si existe el contraste de la luz, la vida, la esperanza, los ojos que ven y no que miran, rebelión sin causa, causas sin causa, casualidades y causalidades, azar espantoso en todo, la incapacidad para ajustar y reajustar parámetros, variables, sonidos, palabras que se escapan y vuelan solas.
Ante una maraña, un caos, una mezcolanza imposible de discriminar, un tinte, una pátina, un tono, un ambiente del color de las telarañas
negro transparente, gris tupido, realidades inflamables, horrores a flor de piel, desgarros sin tejido, hilos sin color.
Almas sin sus luces, sin compañía ni en filas, árboles que no lo son porque nunca lo fueron, rastrojos agostados en forma de copa, nada.
Inmersión en un paraje, el único que a veces se presenta, el que nadie quiere pisar, el repudiado, donde el mundo respira con asma, ese lugar, existe. Y visitarlo es obligado. Y posar la planta del pie sangrante necesario. Y abrir los ojos cerrados imprescindibley llorar. 
Y angustiarse. Y suplicar. Y desbocar. Y no ver un final ni un principio ni un medio. Y no ver. Y ver que no hay nada que ver.

lunes, 18 de mayo de 2015

Gracias

Me sorprende y me emociona cuando alguien me comenta que mis palabras le han gustado, que lo que he escrito le ha interesado o le ha transportado al mundo que esbocé, donde se sumergió desde ese apunte para adentrarse en su propia geografía, con su topografía personal, sus recovecos y sus olores, sólo sugeridos por mi propio mundo trasladado al papel, o a la pantalla. Da igual.
Gracias por decírmelo todos y cada uno de los que lo hacéis, por compartir mis palabras ya completas, porque regresan relucientes por las vuestras.
Gracias.
El día que no lo logre, dejaré, no de escribir, que no puedo, pero sí de compartirlas.

viernes, 15 de mayo de 2015

Tiempo y plata

Ver fotos propias o ajenas siempre es inquietante.
Si lo que muestran no lo conoces, te sumerges en ellas, observando sus imágenes, adentrándote por las calles nunca pisadas, mirando las gentes inmortales desde ese instante etéreo.
Puede que la fotografía sí la reconozcas, pero que el tiempo, tacaño, no la ha dejado evolucionar y te sea tan ajena como la que no has visto nunca, y mires rostros que ya no son así, solo reconocibles por las miradas, o calles que han cambiado en sus tiendas, topografía, en las modas de los escaparates.
Las fotos inalterables nos recuerdan que todo cambia, que nada queda atrás. Ni los muertos, ni lo desconocido, ni lo familiar. Ni nosotros.
Verlas es anticipar un futuro recordando un pasado, no tienen presente, solo el que se crea cuando las miramos; ese momento siempre renovado al ver lo eternamente estático.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Capacidad

Hay días donde te arrastras, cansada, apática, sin energías ni ganas de nada. Días grises, doloridos, negros donde los pensamientos se contagian de esa pátina turbia y siniestra que nos impide movernos, atrapados en la sustancia pegajosa y viscosa de las que están hechas.
Son horas cansadas antes de nacer, las vemos forjarse en el rabillo de las manecillas del reloj, atentas a su cometido de no dejarnos levantar cabeza. Se camuflan para sorprendernos, pero en vano; las sentimos. Ya pueden disfrazarse de lluvia, malestar ligero, melancolía, fiebre, que las detectamos. Son minutos tejidos con ese punto denso de la apatía, del desánimo, con un entramado tupido, opaco. Son lo que son y se viven como se viven.
Pero siempre acaban terminando y dejando paso a las horas cotidianas, más ligeras, imprevisibles y vivas.

lunes, 11 de mayo de 2015

Opiniones

Nadie opina, en general; o se aplaude sin límites un comentario, o se opone radicalmente a él.
No se mantiene el equilibrio entre ideas: estás con ellas o contra ellas.
Es el mayor error que se puede cometer; nos lleva al inmovilismo, la cerrazón, la limitación.
Las opiniones han dejado de expresarse, quizá, es que no se tengan.
Nos tragamos los argumentos ajenos sin más, o los destrozamos, sin admitir que pueda haber verdad en una postura antagónica, o fallos en una afín. 
Esa dicotomía absurda, mezquina, egoísta, vacía, nos lleva al caos, a la falta absoluta de diálogo, a ser cortos de miras: a la falta absoluta de visión propia.
Se necesita crear pensamientos basados en otras premisas aparte de las nuestras, las prefijadas, las llamadas correctas y a la moda.
Pensar es lo único que tenemos. Y no lo usamos.

viernes, 8 de mayo de 2015

Ya no

Cuando falta alguien, todo lo que le rodeaba se anima, es su esencia: ella.
Es imposible no verla en su reloj, que ya no mirará de reojo para saber la hora, ni en su ropa, que ahora esperará colgada en el armario sin que la espera termine jamás, los libros que al abrirlos, buscando sus ojos que los leían, nos dirán donde le gustaba detenerse más, por el roce de sus páginas, que se abrirán solas en un punto concreto, o si entre las mismas dejó olvidada alguna señal, uno de esos papeles que no quieres tirar pero tampoco conservar, y abandonas entre las palabras, y con sobresalto incluso, nos encontremos con uno que esté escrita por ella, ver su letra es como escucharla hablar de nuevo; impresiona, no está pero sigue estando.
La muerte, la ausencia más extrema, es quien más anima todos esos enseres de quien ya no los usará jamás. Los coges, los sopesas, recuerdas o imaginas, cómo los usaba su dueño. Y ellos, los objetos, se sienten desubicados, extraños en diferentes manos, inútiles quizá; la ropa no ajusta, la pluma no escribe con fluidez, los adornos no se sienten en su sito cuando los volvemos a depositar donde buenamente creemos que estaban, pero donde nunca dejaremos igual.
Quizá, por eso, en el mundo antiguo, en las tumbas ancestrales, cuando moría alguien se enterraba junto a él todo lo que le perteneció, lo que amó y lo que le dio identidad, para que no se despertara solo en la Eternidad.
Y puede que para los objetos nunca dejen de ser quienes eran: la prolongación de una personalidad que se creó entre ellos.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Huecos

Escuché de un pintor una frase que no creo que olvide nunca. Estaba explicando cómo dibujar; "¿ves ese árbol?, sus ramas, hojas..., si lo quisieras pintar tendrías que fijarte en ellas, esbozarlas. Eso es lo que nos enseñaron desde chicos: pinta lo que ves. Pues bien, se ha de ir más allá: se ha de pintar lo que no se ve también, sobre todo, lo que no se ve: el hueco que dejan las ramas, el cielo que permite ver la distancia entre las hojas. Se ha de aprender a ver lo que el objeto elegido libera, y a su vez, tapa".
Cierto. Se ha de aprender a vivir con lo que se tiene y con lo que se tuvo, con lo que se recuerda y con lo que se ha olvidado; la vida está hecha de tonos, de presencias y ausencias, de recuerdos y realidades inmediatas, de sueños y de logros. Pintar los días es saber ver lo que tienen y lo que justo por tenerlo, no tienen.
Las ausencias, el hueco de las presencias, también forman parte de la realidad, quizá son lo más real que hay.

lunes, 4 de mayo de 2015

Filosofías

Haz lo que hagas. Es la máxima zen por excelencia, y lleva mucha verdad. Y además no solo es clarividente sino práctica, ya que no podemos hacer nada más allá del segundo presente. Si en ese segundo nos apoyamos del todo, la sensación de plenitud es enorme. Es cuando miramos o hacia atrás o hacia adelante cuando el ahora nos molesta, nos aturde, nos ata, ya sea porque querríamos lo que ya no tenemos o por lo contrario, porque aún no llegó lo que quizá, no venga; el futuro es una incógnita.
Así que lo mejor es hacer lo que se está haciendo con todas las consecuencias y saber apreciarlo, porque si te descuidas, zas, ya no está.
Y el cúmulo de "haceres" nos dará toda una vida: la que hicimos.

viernes, 1 de mayo de 2015

Perdido

El Tiempo perdido es lo que miramos atrás y sentimos infrautilizado, el que sabemos positivamente que se escurre entre el presente, el que vemos caer sin remedio, casi sin ganas de recogerlo, de usarlo; simplemente lo dejamos ir, sabiendo que cuando estemos más activos lo echaremos de menos, haciéndonos sentir culpables de ese desperdicio, enfadándonos por haberle permitido caer en la nada, en el vacío, la inactividad.
Pero sin ese Tiempo que perdemos no renovaríamos la actividad, las fuerzas, el empuje para ajustarnos a las horas de nuevo; sin ese sentimiento incómodo que viene de haber dejado perder las horas, sin esa rabia culpable, no intentaríamos remediarlo.
Somos lo que hay entre ese goteo, esa fuga del tiempo huido que pasa ante nosotros sin nosotros.
Somos lo que recuperamos a nuestro Tiempo Perdido