lunes, 18 de septiembre de 2017

Vivir no es...

Vivir es más que viajar, ser protagonista, o asistente, de eventos cada vez más artificiales y endógamos, participante de convocatorias espurias, ir a engrosar manifestaciones urgentes que no llevan a nada, estar en colas para consumir lo que dicen que hay que consumir: película, exposición, teatro, libro, tecnología, evento deportivo.
Vivir es evitar que te digan qué hacer, qué ver, qué sentir, a dónde ir, solo por creer que así vives más.
Vivir no es llenarte de frases vacías, supuestamente guías filosóficas sobre cómo vivir.
Vivir no es estar atentos a cualquier evento donde uno puede ser el centro de atención, donde dejarse ver y divulgarse, donde da igual el esfuerzo, eso no cuenta, todo vale.
Eso no es vivir. 
Ya puedes ver mundo, ser omnipresente, y que conste, verte en mil fotos y que te vean en ellas, perseguir iconos de otros, entrar superficialmente en demandas de algo de lo que ni te has informado, adorar lo que ahora toca y ni hacer el esfuerzo de comprobar si lo admiras más allá de la moda.
Ya puedes no parar un minuto en casa, tener la agenda repleta, asistir a cientos de reuniones, que no vives.
Vivir es cómo asimilas la experiencia de lo que sucede, de lo que te sucede; es buscar desde dentro, es ver lo invisible, es esfuerzo, es tiempo sin tiempo vacío.
Cruzar una calle puede tener más riqueza que un semana en cualquier país exótico, porque no depende del lugar, depende de la visión vital de uno sin los demás.

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