lunes, 11 de julio de 2016

Jugar y juegos

De entre todo lo que me quedé de mi niñez jugar es de lo que más aprecio, no he dejado de disfrutarlo jamás.
Lo más complicado es encontrar adultos que piensen igual, porque lo normal es que te miren raro si tras una cena sacas un tablero, cartas o dados. Bajas puntos. Ellos también. Pocos han sido los que no solo han aceptado el tablero sino que han aportado los suyos; veladas hasta las mil sin darse ni cuenta, risas y audacias, normas para saltárselas y complicidades, conversaciones espontáneas más allá de ese río, o espada con esmeraldas, ese buhonero errante o disparos mal dados. Las palabras también juegan y nos envuelven con su sabiduría. Amigos con los que compartir risas y juegos. Qué difícil. Ahora es la distancia la que nos impide desplegar las cartas, pero lo haremos.
Mientras tanto, yo he de seguir jugando. Y me he tenido que refugiar en las pequeñas consolas con sus entretenidas historias a las que mueves, y donde sufres y encuentras monstruos y tesoros y prueban tu habilidad y paciencia, que te llevan a un mundo muy parecido al de los libros pero donde los guías tú. Donde juegas. Fue mi hijo quien me los descubrió, que para que no jugara solo de chico, estaba allí y desde allí me fui a aquí; a jugar yo sola contra esos genios del mal y superar retos fantásticos, ingeniosos y divertidos.
Sí, soy adicta a cualquier juego que me abra la imaginación, la risa, las palabras, la amistad, los retos y el disfrutar de un buen rato. Besos a J. A. M. N. y B.

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