jueves, 11 de agosto de 2016

Fata Morgana

Los grandes espejismos.
Los hay individuales y colectivos. Visuales y vitales. Los primeros necesitan de condiciones climatológicas concretas y apropiadas para materializarse, como los oasis que flotan sobre el desierto, bajo una sed y un calor extremos; refugios que la mente crea porque el cuerpo los necesita.

También están los que surgen al otear el horizonte, normalmente desde el mar, y se deben a una inversión de las temperaturas. Donde no hay nada, se contemplan castillos, acantilados, islas, ciudades enteras, son las fatas morganas, hermoso nombre.
Los espejismos colectivos suelen darse cuando muchos, a la vez, llegan a proclamar por sugestión, que son testigos de lo que no existe, añadiendo detalles entre todos para ayudar a creérselo.
Mientras sean ilusiones ópticas, todo va bien, es una experiencia inquietante, cierto, pero bella. Un arco iris mismo, un halo luminoso rodeando la luna, una figura que no está donde se vio. Todos hemos experimentando un tipo u otro de engaño visual.

Lo peor de los espejismos es cuando dejan de ser una imagen, más o menos onírica, más o menos etérea, y pasan a ser una actitud vital, es decir, cuando lo que vemos no es lo que hay, sino una realidad basada en luz, humedad, contrastes y aire. Se pueden crear entre dos y vivir bajo ese hechizo tan a gusto incluso, hasta que un cambio vital venga a romper la pompa de jabón que con tanto cuidado han ido manteniendo, yéndose todo al traste.
Si el espejismo es sólo de uno, es más difícil de derrumbar, ya que no hay nadie más tenaz en el arte del engaño que el que lo creó, pero aún así, finalmente estallará.
Los espejismos colectivos son más serios, ya que pueden pasar de ilusión a convicción, y ya en ella, lo que se mire, puede estar tan distorsionado, puede modificar tanto el comportamiento individual, que se diluya entre la totalidad de las acciones.
Si lo que se cree es positivo, todo va bien, al menos, hasta que se deshaga la ilusión, pero si lo colectivamente aceptado es una aberración, el mundo puede llegar a temblar, como sabemos que lo hizo, que lo hace, que lo hará.
Romper ese espejismo es más costoso, pero una vez en el suelo, nadie nunca dirá que vio esa fata morgana, esa vida ideal, esa ideología equivocada. Nadie. Sólo
eran espejismos.

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