lunes, 19 de septiembre de 2016

Espacios


De un espacio a otro no hay tanto.
Aunque en el traslado te llevas contigo, sólo cambia el escenario. Eres más tú, quizá, fuera de tu propio ámbito. Has de moverte en un entorno diferente al acostumbrado, te pones a prueba. Es todo un reto.
Otro tiempo, otro momento, diferentes calles, idiomas, gentes. Visitar en horas, lo que antes constaba días, meses. Ir alegremente a lo que antes se enfrentaba con susto, y testamente hecho, es una de las ventajas de la técnica. Magia: ahora aquí, ahora allí.
Aún así, a ti no te dejas, sólo abandonas, por un tiempo, la rutina diaria, para al llegar, adornarla, mejorarla y soñar con el siguiente espacio, lejos de todo, menos de ti mismo.

2 comentarios:

  1. La rutina es la que me engulle diluyéndome y hace que me pierda de vista. Cuando viajo, -sobre todo sola-, yo salgo de mi casa y de mi vida para encontrarme conmigo. Deambular entre desconocidos que no te ven, sin nombre ni idioma propio, sin rumbo... me ayuda a saber quien soy, a recuperar mi centro.

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  2. Salir de uno mismo, el viaje imposible, el único que nos descansaría de ser, el que buscamos encontrándonos...

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