lunes, 28 de enero de 2013

Relato Infantil. 1 Parte, El serecito (para Carmen)

Había, en un lugar oculto, muy oculto, un pequeño ser que vivía en un pequeño agujero oscuro, muy oscuro donde raras veces le saludaba el sol. Nuestro ser vivía bajo tierra y era gran amigo de lombrices y escarabajos. Se sabía distinto a ellos pues lo miraban con respeto, incluso le consultaban qué hacer con esto o aquello: "Verás, es que no sé cómo agrandar mi túnel". "Pues el otro día, ¿no tuvo la desfachatez de venir y coger mi pelota?, sí, esa, la que me costó tanto de hacer, la de la pelusa azulada".
El pequeño ser, sin sentirse triste, no era feliz y se preguntaba quién era, qué hacía allí, tan distante le parecían los problemas de los demás, tan alejados de los suyos propios. Le daba miedo ser un engreído, incluso se planteó hacer túneles y pelotas, pero ni con entusiasmo pudo engañarse; eso no era lo suyo. Y si eso no lo era, ¿qué lo era? ¿quién era?

Pasaron las lluvias, los calores, los vientos y el serecito, que vivía bajo tierra, oculto, en su agujero oscuro y que sabía lo que sucedía arriba, afuera por los cambios de las raíces que iban creciendo o menguando según la estación, seguía preguntándose, en ese estado de duermevela que da la certeza de la incertidumbre, quién era, para qué servía, qué le haría feliz. 
--Mira qué pelota, amigo.
Y el serecito la miró; algo brillaba en ella: un trocito de cristal de espejo que se había quedado atrapado. curioso, se acercó a investigar y vio a un ser como nunca antes había visto. Era verde, luminoso, y en lo que parecía un triángulo había dos ojos enormes que le miraban asombrados, admirados de lo que veían, que le investigaban a su vez con sabiduría y cariño. 
--Regálame tu pelota, por favor.
--Uy, pues no sé. Esta era para el Rey, como me quedó tan bien, pues yo...
--Regálamela, por favor.
--¿Y qué llevaré yo al Rey de tributo este mes? No puede ser. 



 

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