miércoles, 19 de febrero de 2014

El ruiseñor

Llevo varias noches escuchando el canto de un pájaro. 
Me extrañó porque antes no lo había oído, incluso pensé que no era un ave, sino algo más artificial, pero noches tras noche compruebo que sobre las dos de la mañana, algo canta. Y es hermosísimo; todo en calma, cielo negro, ciudad dormida y esa música que se lanza contra el silencio. Es realmente bello: la voz de la naturaleza en la misma ciudad, alejándola de sí misma, de sus sonidos estridentes y sucios, devolviendo, con ese trino maravilloso, lo que fue. Lo que será.
Ahora ya le busco antes de cerrar los ojos; no sé si aceptaré que ese pájaro, al que creo debe ser un ruiseñor, deje de saludarnos, de traernos en la negrura su luz.

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