miércoles, 23 de abril de 2014

Magia

La realidad, si no se la sabe imaginar, se nos escurre de las manos sin darnos cuenta. Y es que cuando estamos ante ella, no la vemos. Nos decepciona incluso, cuando por ejemplo, se va a visitar algo antes visto en imágenes, o leído, es decir tamizado por otros antes; lo que tenemos ante nosotros no es jamás, lo que nos evocó esa visión, esa ensoñación ajena; se nos derrumba como ídolos con pies de barro; no es lo que creíamos. A menos que sepamos soñarlo a nuestro modo, proyectarlo desde ese momento único, atentos a nuestros sentidos que nos envían lo que rodea a esa realidad. Es lo que lo hará único; no el lugar en sí, sino lo que le circunda; no esa calle medieval, sí esos pasos que escuchamos, esos susurros que esconden las losas, las personas que nos cruzamos, lo que sentimos, aunque sea cansancio.
Si no ponemos de nuestra parte, si no somos activos recogiendo los instantes, se nos pasarán sin más recuerdo.
La realidad solo es mágica si sabemos ser magos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario