A
veces, he hablado de los sueños como anhelos, ilusiones, esperanzas,
pero hoy quisiera referirme a ellos como lo que vemos y sentimos
mientras nuestra mente duerme.
Dejando a un lado a Freud y su
interpretación de los sueños -que eso sólo daría para mil fragmentos-,
sin meterme en las especulaciones científicas de si son impulsos
eléctricos o asimilaciones necesarias para que el cerebro se desconecte y
no estalle, sin ni siquiera nombrar que hasta los animales sueñan, o
meterme en la polémica de en si son o no adaptativos, obviando el tema
de sus fases; ondas alfa, beta, theta y REM, y sin extenderme en sus
causas. Sólo hablar de ellos.
Hay personas que no los recuerdan,
otros que sueñan sólo en blanco y negro, otros en color, los hay tan
vívidos que a veces, te paras a recordar algo soñado y lo mezclas con
recuerdos reales. Esas experiencias nocturnas, esa doble vida íntima y
reconocible en otros.
Por ejemplo, la sensación de volar, o la de no poder escapar o correr, la de visitar lugares conocidos en los sueños de antes, como visitar una casa en la que ya estuviste en uno anterior, o reconocer a personas amigas de otras noches. Un universo con dimensiones acotadas y reconocibles. Un paseo por mundos familiares.
Por ejemplo, la sensación de volar, o la de no poder escapar o correr, la de visitar lugares conocidos en los sueños de antes, como visitar una casa en la que ya estuviste en uno anterior, o reconocer a personas amigas de otras noches. Un universo con dimensiones acotadas y reconocibles. Un paseo por mundos familiares.
Una de
las cosas que más me encantan de los sueños, es lo bien que te manejas
en ellos -si no es una pesadilla, vamos-, me explico; ante una situación
que durante la vigilia sería imposible de superar, en este terreno
onírico, todo se puede. Si te preguntan algo que no sabes, dices
cualquier cosa, sabiendo que no es la correcta, pero con la plena
seguridad de que va a colar. Si has de hacer algo que no tienes ni idea,
no te amilanas, lo haces, independientemente de que quede bien o mal.
Puedes volar si te van a coger, cerrar los ojos y que no te vean,
desaparecer o aparecer a placer..., eres libre y las férreas normas
físicas del mundo real, aquí no rigen.
Qué liberación saber que estás soñando, que eres invulnerable, omnipotente y omnisciente; tu propio dios, tu mismo adorador.
Qué liberación saber que estás soñando, que eres invulnerable, omnipotente y omnisciente; tu propio dios, tu mismo adorador.
¿Será por eso que son necesarios los sueños?
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