sábado, 7 de noviembre de 2009

Tormenta

Hoy el cielo tenía color de tormenta, sus nubes revueltas, grises, amenazadoras sobre un azul turbio a punto de estallar. El viento agitaba las ramas de los árboles y creaba pequeños tornados de papeles, hojas y basura por las calles. Caían gotas gruesas, calientes, que venían a estamparse contra el suelo. Y una luz, ¡qué luz!, blanca, intensa, sobre un negro amenazador, tiñiéndolo todo de reflejos vívidos, logrando que las cosas se realzasen, creando un efecto como de pintura hiperrealista, alejando la imagen cotidiana. Ese tono tan blanco eliminaba la tercera dimensión, reduciendo la ciudad a dibujo, a simple boceto. Andar por ella era casi irreal, con el viento en contra, las gotas impidiendo la visibilidad, la luz fantasmal, el ruido, casi eco, de la tormenta que no acababa de romper. Pasear bajo esa amenaza controlada es siempre estimulante.

Claro, que sufrir ese cielo, por ejemplo, en el mar, donde la naturaleza en vez de hermosa es terrible, no debe ser, para nada, placentero, sino espantoso; depender de su capricho, estar a merced de esas nubes, ese cielo negro y blanco, ese viento que te puede arrastrar al fondo, no es bello ni siquiera trágico, es algo más profundo, más aterrador; es comprender lo pequeños que somos, lo frágil que es la vida, lo lejos que estamos de dominar los elementos, cosa que en una ciudad, arropados, es tan fácil de creer; aquí, bajo techo, nos engañamos con una autocomplacencia, con una superioridad infantil y miope, tan falsa como torpe.

Qué diferente es todo dependiendo de las circunstancias. Pero aún así, qué tarde más hermosa ha sido ésta.

2 comentarios:

  1. Siempre que hay tormenta tengo una gran necesidad de que estemos todos en casa arropados como tu bien has dicho, protegidos de los fenomenos atmosfericos , como un animal cuando protege su camada ,pero a la misma vez pienso en esa gente que vive o sobrevive en la calle con frio ,desnudos frente a los caprichos del tiempo , siento por ellos una gran tristeza . Como siempre un fragmento precioso un fuerte abrazo

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  2. para mí siempre siempre mirar al cielo es fuente de paz y de espíritu, y creo que mucho menos si está azul y límpido, es una pena si lo está, lo bonito es que haya nubes en las que perderse, aunque sean de tormenta

    supongo que en la vida es eso mismo: todos decimos que buscamos la felcidad, pero debe de ser aburridísima, vengan tormentas, que ya las capearemos

    (por supuesto que eres bienvenida a mi blog, eva, hoy y siempre)

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