jueves, 11 de febrero de 2010

Otros ángulos

Tumbada ves el mundo desde otro ángulo.
Las ramas de los árboles, desde abajo, inundan el cielo. Las nubes arropan. El cielo negro, estrellado o no, es aún más impenetrable, acompañado de esa luna llena, o menguante o creciente o nueva.
Los techos parecen inmensos, si hay vigas te entretiene buscar dibujos en las vetas, si es liso la imaginación se proyecta más libre.
Acostada el cuerpo descansa, la mente se activa. Los pensamientos se liberan, los ojos no necesitan informarnos, los sentidos se adormecen; no hay peligro. O lo presentimos de una forma más intuitiva, menos atenta.
Ver lo que te rodea desde otro ángulo es, como poco, extraño. Viajas a tu rutina por rutas distintas, descubres lo infinito de lo finito, lo exótico en lo cotidiano.
Me encantaba andar mirando hacia abajo, el techo reflejado en un espejo que llevaba en mi mano. Iba andando por la casa con cuidado de no pisar la lámpara, no pegarme contra el marco superior de las puertas, era un mareo andar por el techo pero me gustaba esa sensación casi de volar, de irrealidad ante el cambio real de las cosas. No estaba exento de riesgo, porque más de una vez, choqué contra la pared que el espejo no reflejaba.
Pero descubrí que nada es lo que parece, que todo puede enfocarse desde muchos puntos diferentes y que lo real es susceptible de perderse rápidamente entre la fantasía que esa misma realidad guarda escondida entre sus otros ángulos.

3 comentarios:

  1. A veces e soñado que trepaba por las paredes es genial ver todo desde otra parte ,¿ porque no hacerlo con las situaciones,? es verdad voy a probarlo.Gracias eva por tu fragmento

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  2. Qué curioso, hermana.A mi me gustaba imaginar cómo quedaria la habitación si pusieramos los muebles en el techo...
    Cuando yo me tumbo, no veo el mundo desde otro ángulo... me duermo

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  3. Ese ángulo, el de estar dormida, también cuenta

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