Convivimos, desde siempre, con seres imaginarios, el Hombre no sabe, o no quiere, vivir sólo.
Cualquier civilización, por antigua o modesta que haya sido, ha creado dioses, mitos, leyendas, gentes extraordinarias que se mezclan con nosotros, pobres mortales.
No sólo los niños -o escritores y visionarios- ven natural hablar de hadas, trasgos, enanos, ogros, fantasmas, no, cada uno de nosotros nombra diariamente a más de un ser fantástico. Cualquier devota, de cualquier religión, te pone al día en santos y santas, cuyas vidas son híbridos entre realidad y ficción cuando quieras; de fantasmas y fenómenos paranormales o elucubraciones místicas, las puedes encontrar hilados entre cualquier conversación de a pie, sin ir más lejos.
Es cierto, no hay nadie libre de referentes imaginarios, los más cultos o escépticos, irán a buscar sus metáforas en personajes literarios inmortales, pero no por ello, más reales.
Necesitamos ese mundo invisible que nos refleje, nos muestre caminos, enseñanzas y miedos.
¿Qué seríamos sin ellos? Quizá simples criaturas sin norte ni imaginación, quizá aún no seríamos ni Humanos.
Cualquier civilización, por antigua o modesta que haya sido, ha creado dioses, mitos, leyendas, gentes extraordinarias que se mezclan con nosotros, pobres mortales.
No sólo los niños -o escritores y visionarios- ven natural hablar de hadas, trasgos, enanos, ogros, fantasmas, no, cada uno de nosotros nombra diariamente a más de un ser fantástico. Cualquier devota, de cualquier religión, te pone al día en santos y santas, cuyas vidas son híbridos entre realidad y ficción cuando quieras; de fantasmas y fenómenos paranormales o elucubraciones místicas, las puedes encontrar hilados entre cualquier conversación de a pie, sin ir más lejos.
Es cierto, no hay nadie libre de referentes imaginarios, los más cultos o escépticos, irán a buscar sus metáforas en personajes literarios inmortales, pero no por ello, más reales.
Necesitamos ese mundo invisible que nos refleje, nos muestre caminos, enseñanzas y miedos.
¿Qué seríamos sin ellos? Quizá simples criaturas sin norte ni imaginación, quizá aún no seríamos ni Humanos.
Nosotros mismos somos en parte imaginarios, porque no somos nuestra realidad objetiva, sino aquello que nuestra imaginación vuelca sobre nosotros,y sobre los demás, a veces creyéndonos dioses, a veces sintiéndonos pura basura.
ResponderEliminarpero sin imaginación, menos humanos si duda, besos
ResponderEliminar