lunes, 4 de junio de 2012

La imaginario

Convivimos, desde siempre, con seres imaginarios, el Hombre no sabe, o no quiere, vivir sólo.
Cualquier civilización, por antigua o modesta que haya sido, ha creado dioses, mitos, leyendas, gentes extraordinarias que se mezclan con nosotros, pobres mortales.
No sólo los niños -o escritores y visionarios- ven natural hablar de hadas, trasgos, enanos, ogros, fantasmas, no, cada uno de nosotros nombra diariamente a más de un ser fantástico. Cualquier devota, de cualquier religión, te pone al día en santos y santas, cuyas vidas son híbridos entre realidad y ficción cuando quieras; de fantasmas y fenómenos paranormales o elucubraciones místicas, las puedes encontrar hilados entre cualquier conversación de a pie, sin ir más lejos.
Es cierto, no hay nadie libre de referentes imaginarios, los más cultos o escépticos, irán a buscar sus metáforas en personajes literarios inmortales, pero no por ello, más reales.
Necesitamos ese mundo invisible que nos refleje, nos muestre caminos, enseñanzas y miedos.
¿Qué seríamos sin ellos? Quizá simples criaturas sin norte ni imaginación, quizá aún no seríamos ni Humanos.

2 comentarios:

  1. Nosotros mismos somos en parte imaginarios, porque no somos nuestra realidad objetiva, sino aquello que nuestra imaginación vuelca sobre nosotros,y sobre los demás, a veces creyéndonos dioses, a veces sintiéndonos pura basura.

    ResponderEliminar
  2. pero sin imaginación, menos humanos si duda, besos

    ResponderEliminar