viernes, 23 de octubre de 2009

Sorpresas

Es verdad que las cosas vienen cuando menos te las esperas, tanto las buenas como las malas. Y eso que la vida te tenga que pillar por sorpresa siempre no acaba de gustar, ya que cuando estás anhelando conseguir lo que no te da en ese momento, el desánimo y la frustración rondan. Vale, está la esperanza, pero las nubes negras del abatimiento son las que ves cuando miras por tu ventana.

Los amigos animan, te recuerdan que llegará, y tú te quieres dejar convencer, sonríes y tratas de recordar que, efectivamente, las cosas vienen Pero claro, lo que quieres es que te las traigan ahora, ya, cuando estás esperando.
No suele ser así.

Cierto que cuando finalmente se presenta por lo que se suspiró, se agradece y renuevan esperanzas, y esa alegría, vieja por lo tardía, ya no prevista, ayuda a tener paciencia con los deseos inmediatos.

En honor a la verdad, siempre que algo bueno sucede, y aunque ni se recuerde que se deseó, por lo mucho que se hizo de rogar, devuelve la fe, las ganas de seguir, el entusiasmo que tanto cuesta mantener en su sitio, día tras día, hora tras hora. La lucha contra la desesperanza, las ganas de arrojarlo todo a un rincón.

Pero aún cuando la vida no venga a sorprendernos, o tarde tanto que ni lo veamos, cierto es que al tiempo, pocos son los que no van a esa esquina donde se tiraron las fuerzas, y recogiéndolas, sigan adelante, con la ilusión ciega de que una vez más, la vida venga a sorprendernos.

Hoy te tocó a ti, compañero.

1 comentario:

  1. La desesperanza es una trampa que hay que salvar y estar siempre preparada para que no nos venza.
    No perder la ilusión es importante. Y mantener la imagen viva de lo que se sueña.

    Un abrazo.

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