martes, 3 de julio de 2012

Relato 4 y última parte; El secuestro

Todos, los dos grupos, sintieron como el tiempo se espesaba hasta casi poder asirlo. No sabían que pasaba afuera, no debía ir  bien. Eran las siete menos cinco y no habían sido liberados. Oían, no sólo sus propios latidos, sino los de su compañero.
El grupo de diecinueve miraba al hombre de la chaqueta azul, miraba a sus secuestradores. Intuían un cambio, algo indefinible había sucedido entre los cuatro.
El hombre de la chaqueta azul, se llamaba Julio, su esposa Mara, su hija llevaría el mismo nombre. Iban a comprar un coche más grande. No era un enemigo. No era anónimo. No luchaban contra él.
Las siete.


La policía estaba rodeando el edificio desde las doce de la mañana, intentando llegar a un acuerdo con los de dentro. No iban a ceder, ésa siempre es la consigna.
A las siete, en punto, se oyó una detonación.
Un rehén abrió la puerta y dejó caer el cuerpo inerte de su compañero.
La policía se acercó.
¾Van en serio. Han matado a un anciano. Que vengan los de negociaciones terroristas. ¡Sólo nos queda una hora!.




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