miércoles, 10 de marzo de 2010

Encuentros

Me sucede que a veces una persona en particular me llama la atención, ya sea por la ternura que inspira, su modo de andar y gesticular, la ropa que lleva o cómo la lleva, en fin, por lo que sea, me destaca del resto, a partir de ese momento me la suelo encontrar en los sitios más dispares y con frecuencia.
Hay casos curiosos como el de una mujer a la que me la he ido encontrando a lo largo de su vida, la vi en un parque, años más tarde sentada en un autobús, la vi vestida de novia entrando en la iglesia, luego en un hospital donde tuve que ir, embarazada, y lo más asombroso, la vi paseando a cientos de kilómetros de la ciudad, las dos estábamos en otro país, el mismo, a la vez. Si ella me siguió la pista a mí también, me imagino el desconcierto que tendría al verme, si me vio, allí, mirándola por ese paseo interminable, hermoso bajo ese cielo gris.

Me gusta seguir así a la gente, porque no las sigo en realidad, nos cruzamos simplemente. Hay personas a las que sólo veo en zonas concretas, una abuelilla feliz con su redecilla antigua para comprar que camina por donde yo cada mañana temprano, siempre sonriendo, mirando al suelo por lo encorvada que va, sonrosada y arreglada, con su moño blanco y murmurando para sí. Cada vez que paseamos por la misma acera, me dan ganas de saludarla, preguntarla cómo le va todo, pararme a charlar, hablar de la vida que me imagino que lleva.
Porque eso es lo que me apasiona, observar a las personas y deducir por sus actitudes qué hacen, cómo es su entorno, qué tal les está yendo el día, sus días. Y a lo largo del tiempo, sé de ellos mucho, real o no.

Pero no soy espía de personas, sólo de historias. Me gusta leer la vida. Es la mejor Literatura.

1 comentario:

  1. las personas también tienen su aquel, cómo decirte, querida eva (poesía eres tú, dijo el poeta;)

    un beso

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