martes, 16 de marzo de 2010

Nada es igual

Nunca te bañarás en el mismo río.
No, nunca, pero tampoco el río habría envuelto a alguien igual; no somos los mismos, nuestra agua también se renueva.
Ningún lugar se mantiene intacto, ni siquiera en los recuerdos que los van desgastando.
Es verdad que sí tenemos la misma apariencia, el río, los lugares, las personas, pero ni ellos ni nosotros somos quienes éramos. Al igual que cuando leemos un libro y descubrimos en él lo que no supimos entender antes, o nos paseamos por calles que vemos con otros ojos, y hablamos con quienes ahora nos descubren otras sensaciones.
Todo cambia; las células del cuerpo se regeneran constantemente, los pensamientos deberían, los sentimientos se pelean entre ellos para ver cuál nos guiará, las circunstancias en proceso continuo; un ajetreo invisible, un tornado de estímulos imparable que nos mantiene fijos en su centro, el ojo del huracán, donde nos ubicamos y seguimos cambiando.

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