jueves, 4 de marzo de 2010

Sólo una raza más

Hay distintas imágenes que nos trasmiten diferentes sensaciones, y lo curioso es que nos suelen despertar lo mismo a todos, independientemente de las culturas, la geografía y la Historia. Al igual que los gestos, que mundialmente los hacemos y los comprendemos de idéntica manera; el de enfado, el de miedo, de risa, de querer comer. La gesticulación es universal. La imitamos nada más nacer y la reconocemos instintivamente. Nos ayuda a elegir gente y lugares.
Así pues un niño pequeño inspiraré ternura, un animal salvaje inquietud, un paisaje hermoso, paz. Ejemplos los que se quieran, y es que los humanos nos comunicamos con imágenes, gestos y sensaciones, más de lo que creemos.
Biológicamente estamos dispuestos para analizar lo que nos rodea y responder adaptativamente al entorno; un icono que inspire miedo nos hará retroceder, uno que nos muestre a un bebé, nos despertará los instintos primarios de conservación de la especie para cuidar de él, otra que más bien indique peligro, nos pondrá en guardia.
Y eso es igual para todos los humanos, da igual la cultura, el idioma, el carácter; ahí, reaccionaremos como estamos programados.

En realidad somos una raza, la humana, y no pocas veces, nos olvidamos de que somos animales, con instintos y un largo historial de rasgos y conductas adquiridas.
Sí que somos algo más que la herencia genética, por supuesto, somos individuos que aprendemos y crecemos únicos, pero eso no debería hacernos creer más especiales de lo que somos; pequeños seres adaptados a las circunstancias, que han arraigado en el hábitat que les otorgó la posibilidad de ser. Ni más ni menos.

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