viernes, 12 de noviembre de 2010

Vidas

No se puede evitar mostrar la personalidad de uno en todo lo que hacemos, en cómo nos movemos y arreglemos el entorno; en la casa, la cartera, el bolso, la ropa, los gestos... el lenguaje corporal y la ordenación del espacio privado nos delata. Nadie escapa a eso.
Si encontramos, por ejemplo, una cartera y en ella hay una estampita de una Virgen, fotos de niños y adultos, recibos atrasados, nos hacemos una idea del dueño... dueña, más bien: vemos una mujer mayor de las de misa diaria, con sus nietos adorados y muy metódica, y de paso ya. nos imaginamos que su casa estará llena de tapetes de ganchillo, figuritas de dudoso gusto, todo muy reordenado y relimpio y con alguna que otra planta. Puede que con gato, puede que no. No, sin gato.
Es apasionante conocer las personalidades a través del rastro que van dejando, verdaderas novelas vivientes.
Cómo me gusta leerlas.

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