viernes, 3 de febrero de 2012

Dilaciones

Cuántas veces uno mira todo lo que tiene que hacer y en vez de ponerse a ello, lo va postergando, mirándolo de reojo hasta que finalmente, se sienta para realizarlo, o eso quiere hacerse creer. Es cuando empieza a marearlo todo; se levanta, llama por teléfono, busca desesperadamente otras tareas, se vuelve a sentar, y lo mira fijamente, con la esperanza, supongo, de que se haga solo. Suspira, mira el reloj, vuelve a suspirar, mira el trabajo, te acuerdas de algo ineludible, como abrir un cajón, intentas distraerte en él sin lograrlo.
Mientras tanto, el reloj sigue impasible su recorrido y tú el tuyo; uno que no se decide a hacer nada.
Y cuando ya se ha ido la mañana, el día, y el tiempo, casi sin darte cuenta, atacas el montón de trabajo que hace rato te esperaba aburrido.
Y ya en plena faena, constatas con malestar, que no te alcanza el tiempo, que el que perdiste ahora lo necesitas. Pero no regresa. Se va burlándose de ti, de tu trabajo y sabiéndose poderoso. Ha vuelto a ganar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario