martes, 30 de marzo de 2010

Planificar

Pocas veces suceden las cosas como uno las había previsto, pocas por no decir ninguna. Y aún así nos empeñamos en anticipar, en planear lo implanificable, intentamos controlar lo imposible.
Supongo que es una manera de creernos que nuestros sueños dependen de nosotros, y no es así; ellos sólo son nuestros mientras los ideamos, cuando se trasladan a la vida real, dejan de serlo inmediatamente; ahí nos ponemos en manos del azar, los demás, las contingencias, los imponderables: el sueño se evapora en la realidad, luego ya lo recuperaremos, volverá a nuestro mundo, en forma de recuerdos, entrará a formar parte de la imaginación, pues nunca, lo que rememoramos, es real; meros jirones de lo que sucedió, y al no serlo, es nuestro por completo de nuevo.

Sucede a menudo, que además lo que queremos no suele ser lo que nos pasa sino algo que ni soñamos y, a veces, no siempre, es hasta mejor de lo que pudimos imaginar.
La Vida nos vive y nuestra obligación es intentar vivirla a Ella con todos los medios a nuestro alcance, incluido el creer que si planificamos, lograremos algo. Yo prefiero la voluntad de hacer a planificar.

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