Reencontrarse con alguien siempre es maravilloso. Hay reencuentros en los reencuentros, personas que significan mucho para uno y que nunca, a pesar de no verlas, nunca han dejado de estar ahí. Los hay que se les ve de vez en cuando y el día que se puede uno sentar a su lado, brilla. Hay quienes el contacto retomado es sólo por letras o voz apresada en teléfonos, ya que la distancia lo impide, pero la cercanía de escuchar, de leer sus palabras, es quizá aún más íntima, porque al no verlos, les recordarmos como eran cuando se empezó la amistad, y la ilusión de su presencia es atemporal.
Nunca dejamos de reencontrarnos con ellos, son quienes nos devuelven quienes fuimos, nos vemos a través de sus ojos y se encuentran en nosotros. Gente a la que queremos a pesar de habernos bifurcado.
Verte en la mirada de quienes nos vieron es siempre emocionante, alegre. Puede que ese momento vuelva a tardar, que ya no haya ocasión, en tiempo, de compartir tiempo, pero eso da igual, estamos ahí, siempre.
Nunca dejamos de reencontrarnos con ellos, son quienes nos devuelven quienes fuimos, nos vemos a través de sus ojos y se encuentran en nosotros. Gente a la que queremos a pesar de habernos bifurcado.
Verte en la mirada de quienes nos vieron es siempre emocionante, alegre. Puede que ese momento vuelva a tardar, que ya no haya ocasión, en tiempo, de compartir tiempo, pero eso da igual, estamos ahí, siempre.
Encontrarnos y reencontranos cada dia de tantas maneras es un regalo para mi. Gracias por estar ahi (y en el consum). Besos
ResponderEliminarTanmateix, hi ha bons records que es veuen nuvolats per altres sentiments que li són aliens. La pèrdua, n'és un. Ja hauràs pogut comprovar que me'n recordo moltíssim dels detalls de la nostra amistat i podria descriure la teva casa perfectament i, sobre tot, tots els mobles de la vostra habitació. Un vestit de ballarina (blanc i rosa?), amb unes sabatilles sublims, un ninot Cuquín... També recordo alguns dels teus vestits i perfectament la cara dels membres de la teva família (àvia inclosa). També era graciós que, quan el teu pare us venia a cercar amb el 600 (Donato) després de les classes, que jo hi venia també, el vici que teníem de telefonar-nos immediatament que arribàvem a casa per tornar a quedar per jugar juntes aquella mateixa tarda. Moltes, moltes coses. Emperò, molt sincerament, totes aquestes anècdotes, que jo estimo enormement, tenen per a mi un punxó d’amargura, el de la pèrdua que he esmentat abans. I de pèrdues n’hi ha cada dia, ja ho sabem, però aquella va ser la primera i sempre té un pes. Vaig enyorar-te moltíssim. Benarribada, doncs, again.
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