domingo, 4 de abril de 2010

Kilómetros

Hay días que parecen semanas; kilómetros nos distancian de las horas normales, son como viajes en el tiempo donde al movernos por el espacio, se pierda el hilo temporal normal; en cuestión de horas se puede estar comiendo bajo un muralla medieval, pasear por entre columnas renacentistas, admirar un retablo gótico, tocar nieve, retumbar junto a tambores ancestrales, perseguir imágenes en volandas y volver al día a día tras la vorágine.

Las horas libres ocupadas en viajar, en adelantar el espacio al tragarse kilómetro tras kilómetro para compartir cielos ajenos, es algo que se recuerda, no como un tiempo compacto, agitado, sino como un espacio ilimitado, dilatado.
Dejar la mente recorrer sola lo que los ojos distraídos observan por la ventanilla, renueva las ganas de tu espacio, de tu tiempo domesticado, domado. Eso y soñar que se soñó con otras vidas que por un momento fueron tuyas, compartiendo un espacio lejano al nuestro.

1 comentario:

  1. Tocar la nieve puede ser como tocar el cielo. Perder el coche, un desastre.
    Compartir el tiempo, lo mejor del mundo cuando lo haces con buena gente.
    Que se repita¡

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