jueves, 13 de mayo de 2010

Lo perfecto cansa

A veces, nos entregamos a soñar con los ojos abiertos, creando conscientes, el argumento de lo que nos gustaría vivir.
Al principio, intentamos que sea lo más realista posible, para ver de encajarlo con la rutina real, al rato, ya puestos en la ensoñación, vamos apartando, precisamente, los datos que impiden que el sueño se cumpla y que habíamos intentado meter a calzador antes, así que llegado a este punto, nos encogemos de hombros, y apartamos todo atisbo de realidad, para empezar, en serio, a imaginar cómo sería lo imposible.
En plena trama, bien lejos de la gravedad que nos sujeta al sofá y lo real, vamos rizando el rizo, y ya, sin ningún recato, soñamos en alto, dando giros y vueltas de tuerca, emocionándonos al crear, no ya un tímido deseo, sino un universo entero donde somos los protagonistas y todo nos sale como queremos.
Así nos podemos pasar rato y rato, hasta que empezamos, aún resistiéndonos a admitirlo, a aburrirnos; todo nos sale tan bien, a pesar de los obstáculos estratégicamente colocados por nosotros mismos, que tanto esplendor, cansa.
En esa parte, se nos desdibuja bastante el tema, saltamos de uno a otro, nos tambaleamos, y finalmente nos damos cuenta, de que ya no estamos soñando, sino haciendo planes reales.

Y es que ni en la mente, todo ha de salir bien, necesitamos retos, conflictos, obstáculos y sólo si los superamos, nos sentimos bien de verdad.
Eso sí, cómo se agradecen esos momentos de absoluto poder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario