lunes, 17 de enero de 2011

Cristal

Muchas veces, aún sabiendo dónde pisamos, nos gusta remolonear un poco y jugar a engañarnos un tanto, pensando que lo que nos sucede es hermoso.
Es un juego correcto, siempre y cuando sepamos que es un juego, uno incluso necesario a veces, ya que no suelen ocurrir demasiadas cosas gratificantes a menudo, me refiero a los grandes acontecimientos, no a los pequeños milagros diarios, esos no hay que aumentarlos, solo verlos, que no es poco.
A todos nos gusta sentirnos mimados por el destino, que nuestras circunstancias sean buenas, nuestro mundo grande y que nuestros deseos se cumplan, y como no es costumbre que suceda, cuando algo parecido a lo soñado se acerca, zas, lo agarramos y lo agrandamos y jugamos a que ese cristal tan bonito, de tantos reflejos, es un diamante enorme, codiciado de zarinas y princesas, reyes y poderosos.
Y es bonito tontear con el cristal, admirarlo y hasta ponerlo de adorno en ese rincón donde refulge tanto, pero solo, si aún mirando sus colores irisados, sabemos que no es diamante, sino cristal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario