sábado, 1 de enero de 2011

Ritos

La renovación es un rito importante, protagonista en culturas ancestrales y que aunque desde esta materialista nuestra se desvirtúe un tanto, sigue presente.
El despedir un año para saludar bien al siguiente, es un ademán que hacemos, aún sin fe, pero por si acaso.
Las supersticiones, que solo son las sombras de normas férreas antiguas, nos susurran bajito para que cada cultura a su modo, nos dispongamos a cerrar y abrir bien el Tiempo.
La despedida del año es mágica, sé de algunas costumbres, todas hermosas, como comer las doce uvas en cada campanada (que antes debían ser seis verdes y seis moradas), pararse a cada toque de campana, poner dinero en el zapato mientras suenan las doce, llevar ropa interior roja, o amarilla, comer una cucharada de lentejas en el primer minuto del año, cogerse del brazo del compañero más cercano y cantar a la vez todos los presentes, colocar dos patatas bajo la cama, una vieja, otra nueva, y al despertar coger una al azar para, dependiendo de su textura, saber si se van a cumplir o no, las expectativas puestas en el año...
Lo importante es despedir los espíritus de ese año agostado para invitar bien a los nuevos, a los que nos han de acompañar estos trescientos sesenta y cuatro días...

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