sábado, 29 de enero de 2011

La ira de los justos

Se suele confundir la empatía con el aguante sin limites, la paciencia con el poder abusar, el diálogo con la debilidad, el callar, esperar y observar con aquí todo vale.
Y no es así. Para nada, la buena gente, simplemente ve más allá, entiende y no antepone sus ideas, sabe ver lo de los demás y tiene la paciencia para recorrer su camino sin pisar el de nadie más.
Qué mal se les entiende. La inteligencia tranquila, esa que sabe cruzar calles sin peligro, se menosprecia, parece que quien más grite, o rompa, o se haga notar, merece más atención. No es así.
La ira de los pacíficos, esa sí es temible. Porque cuando uno ya no aguanta, no quiere ponerse en el lugar de los demás, no está por la labor del observar tranquilo, salta, y toda esa inteligencia se pone a favor de él mismo y contra todos los que no supieron apreciarla cuando estaba tranquila y serena.

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