martes, 1 de mayo de 2012

Romper el hechizo

A veces, sin saberlo, vivimos bajo el influjo de un hechizo, no somos conscientes de que estamos encantados porque consiste, precisamente, en eso, en que actuemos y pensemos bajo una normalidad nada sospechosa; vamos tirando, riéndonos, trabajando, felices y despreocupados: todo va bien. Pero no es verdad, el hechizo nos engaña dándonos patrones falsos, expectativas irreales y apreciaciones imperfectas, eso sí, impecables, somos incapaces de sabernos hechizados. Hasta que, de repente, y sin previo aviso, despertamos.
Así es, el encantamiento no es tan perfecto, si miramos por casualidad en otra dirección, o alguien nos desvía del maleficio sin querer, es suficiente para que se nos derrumbe por completo ante los ojos; ruinas y escombros de esa vida perfecta que pensábamos nuestra.
Una vez roto el encantamiento, y después de un tiempo prudencial en el que el polvo se disipa, el ruido atronador que nos dejó sordos se silencia, y el desconcierto de constatar que nada es real se asimila, atinamos a mirar a nuestro alrededor y comprobar que nada de lo que dábamos por cierto, lo es; no hay suelo bajo los pies. El hechizo, roto, no tenía previsto concedernos otra realidad sin su apoyo. Qué amargo sabor el del ruido, el del polvo, el de la nada.
No nos hemos de quedar demasiado rato contemplando las ruinas de lo que no fue, hay que apresurarse, encaminar el ánimo hacia otro lado, buscar cómo reconstruir lo que no se ha roto, ya que no era real; un simple hechizo que nos despistó el camino. Cuando entendamos eso, el maleficio se habrá deshecho del todo y veremos que no hay ruinas, ni ruido. Hay lo que él ocultaba.
Y cada uno sabrá ver lo que ha de ver.

4 comentarios:

  1. Es muy doloroso todo ese polvo, todo ese ruido, y todo lo que creías se encarnaba. El problema es que a la persona la cual se la pone enfrente la realidad le cuesta mucho apartar ese ruido y ese polvo, porque ella sentía algo dentro que no era ensoñación. Todos tenemos libertad de soñar despiertos o dormidos, sabiendo que soñamos más temprano o más tarde, pero que creyéndote y sintiéndote más despierto que nunca se te caiga un telón, entonces ya la desorientación es máxima, total, como dices se abre el suelo y asoma un abismo oscuro. ¿Y a dónde miras ahora, hacia dónde o cómo te reconstruyes, qué haces con toda esa encarnación una vez que descubres que era aceite sobre agua?

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  2. ese es el efecto secundario de ese despertar,de ese ver lo que no se veía, pero es preferible a seguir en una burbuja que ya no existe, aferrarse a lo que no es, soñar en una pesadilla...

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  3. Siempre es preferible la verdad por dolorosa que sea, y como se dice lo peligroso de buscar la verdad es que puedes acabar encontrándola. Si vas desnuda, andando sobre pinchos descalza, pero sin saberlo, llega un momento en que el dolor te explota y te pincha. Ese hechizo del que hablas te deja un "resacón" que puede hasta nublarte la vista para siempre, pero estoy convencida que después, sin dejar de seguir andando quitándose las espinas de los pies, llegará un día, con una mayor fortaleza, la calma, la nueva capacidad de ir desnuda entre bosques y descalza danzando sin a apenas sentir ya el escozor de las heridas que queden abiertas.

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