lunes, 17 de mayo de 2010

Proyecciones

La de veces que nos habremos cruzado con el destino.
Si alguien pudiera vernos salir justo cuando entraba nuestro azar, se habría mordido las uñas, como en una película de suspense. Pero, que se sepa, nuestra vida no se proyecta en ninguna sala, si no, verían cómo nos libramos por los pelos de accidentes, malos encuentros, o por el contrario, observarían, impotentes, cómo nos alejamos de la felicidad por cruzar una calle y no otra.

Hay diversas opiniones con respecto a lo casual; aquellas que promulgan que estamos predestinados, que hagamos lo que hagamos, el resultado será el mismo y los que dan al azar su toque libre y afirman que las cosas son como resultan ser, sin determinismo. Hay más grupos, pero esos dos son los extremos del continuo.
Uno puede dar vueltas y vueltas al tema, leer y convencerse de uno o de otro, pero no podrá evitar la elección -no de la corriente en la que esté más cómoda-, sino la de actuar, por lo tanto, la de limitarse.

Esa pantalla nunca dejaría que el hipotético espectador tuviese un minuto de respiro. Si como dicen, antes de morir, se nos pasa toda la vida ante los ojos, podría ser que fuéramos nosotros mismos los que sufriéramos la tensión de lo que pudo ser y no fue. Quizá sí nos enteremos del argumento, aunque sea tan al final.
Una buena vuelta de tuerca del destino.

1 comentario:

  1. Es imposible cruzarnos con nuestro destino. Si nos lo cruzamos, es que es ese, era eso lo que tenía que pasar.En realidad, lo que pudo ser es solo producto de nuestra imaginación y nustros deseos. Si hubiera podido ser, hubiera sido, luego no pudo haber sido. Uf¡ cuánto subjuntivo¡

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