sábado, 13 de julio de 2013

Contrastes

Las luces y las sombras, ese juego de contrastes perpetuo; uno no es sin el otro. Como casi todo. 
Somos una mezcla de dos extremos, una mezcla de dos opuestos, aunque uno, siempre, suele estar más oculto; las sombras son más sutiles que la luz. Digamos que uno de los contrarios tiende a estar más escondido, o ser menos brillante, más oscuro, menos patente o deseable.
Del bien al mal, por ejemplo, hay muchos puntos intermedios, siendo el mal el más temible, turbio, escondido. El que nadie desea tocar, a pesar de que lo tocamos.
Las sombras recortan la luz que las crea. El mal también. 
Un extremo no existe sin el otro. El equilibrio entre cada opuesto es lo que hemos de conseguir para que las sombras sean sombras y no tinieblas impenetrables, donde la luz ni alcance, dejando a su opuesto solo.

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