lunes, 1 de julio de 2013

Rutina sin rutina

Estamos acostumbrados a estar acostumbrados; hacemos más o menos lo mismo cada día, llevamos una rutina cómoda que nos sitúa en las horas y nos permite movernos por ellas con eficacia. Es un hecho. 
Aunque nos vayamos al fin del mundo, al cabo de un tiempo de desconcierto, de novedades, de llenar los días de un modo distinto, si estamos lo suficiente en ese nuevo entorno, regresará nuestra manera de hacer las cosas, la cadena de pasos que nos facilita darlos.
Y es que la mente lo necesita, si cada vez tuviéramos que renovar el tiempo con lo cotidiano, no daría el día para más.
Pero nosotros somos más que nuestra mente y necesitamos creer por unos días que la rutina no existe, creer por una temporada que no somos nosotros, que lo de cada día no es lo de siempre y que hasta lavarse los dientes es una novedad. Hemos de romperla, de retarla, de dominarla para sentirnos libres de quienes somos, dejar de dominarla para que nos domine ella con su caos.
Sin esos momentos distintos, sin ese caos controlado, sin salirnos de nosotros mismos, no seríamos capaces de seguir adelante con nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario