domingo, 12 de septiembre de 2010

Tapiz

Nos relacionamos entre nosotros y nuestras circunstancias como podemos, escaneamos el mundo desde una única posición: nosotros, lo que pensamos, cómo lo pensamos, cómo lo desvirtuamos.
El entorno, las gentes, los sucesos, la vida, la filtramos ya mal, impura, incapaces de más puntos de vista, limitados a los sentidos y su procesamiento imperfecto, y aún así, somos tan ignorantes que creemos saberlo todo, movernos mejor que el resto, conocer misterios y secretos ocultos para los demás. Menuda pretenciosidad.
No sabemos nada más allá de nuestras narices, y ni siquiera.
Entender el mundo sin sesgos, sin límites, sin prejuicios, sin nuestra pequeña computadora, sería imposible, increíble, grande: lo veríamos desde todos los ojos, mentes, tiempos, posiciones. Qué caleidoscopio; en ese mosaico, ese tapiz, hecho de cada conciencia estaría el mundo real, no el infinito, pero sí la comprensión del entramado que nos contiene.
Luego ya veríamos cómo buscar la eternidad.
Y más tarde, la eternidad y un día.

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