sábado, 28 de enero de 2012

Personajes de cuento (para Laura)

Crecemos, o deberíamos crecer, escuchando cuentos. Nuestra mente se llena no solo de realidades sino de fantasías, y la infancia es el mundo donde se mezclan y conviven sin ningún problema esos dos universos: ogros, brujas, sirenas, casas de caramelo, trocitos de pan, madrastras malvadas, enanos aviesos, troles estúpidos, centauros conviven con maestras, vecinos, padres, abuelos y es más, se identifican con ellos.
El hombre del saco es uno de los más fáciles de trasladar al mundo real. Siempre suele haber un hombre siniestro a quien poderle endosar ese papel.
De chica, en el colegio, rondaba un pobre hombre, eso sí, malcarado, al que los rumores le señalaban como malvado; cuando salíamos de clase le seguíamos y si se giraba, muertas de miedo, corríamos a defendernos de su mirada.
Nos encantaba asustarnos unas a otras en los recreos añadiendo detalles morbosos y cruentos: que si se le vio con una navaja, que si dejaba rastros de sangre, que si el saco se movía, que si a la de cuarto B casi la coge.
Qué fácil era cuando se podía intercambiar una bruja en una vecina, o un ogro en tendero. Ahora, en este mundo adulto donde se supone que la fantasía no ha de existir, lidiar con los temores diarios es más arduo, y sobre todo, menos divertido.

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