domingo, 13 de septiembre de 2009

Absurdo

El otro día conversaba con un amigo sobre el absurdo de la vida a esas horas intempestivas en las que cualquier tema se enfoca con la lucidez cercana al sueño, por lo tanto salpicada de ideas arriesgadas y clarividentes, alejadas de las que se dicen bajo la prudencia del día; repaso al determinismo, al existencialismo y varios ismos más buscando un equilibrio que dejara a la vida menos absurda de lo que yo exponía. Como es lógico, no se llegó a ninguna conclusión; lo ilógico hubiera sido que sí alcanzáramos una respuesta, pasando por encima de tanta gente sabia, y no tan sabia, que se ha dedicado y dedica a profundizar en los porqués, en el sentido del sinsentido del Ser. Era imposible por mucha hora mágica que fuera, pero si se hubiera dado el caso, ese mismo descubrimiento me habría confirmado, que efectivamente, la vida es absurda.

A lo largo de mis días, me he cuestionado siempre la sinrazón de la vida, es cierto, y lo curioso es que dependiendo de la situación en la que estaba inmersa, me la he contestado de una manera diferente, con patrones fijos, claro, y aún siendo siempre absurda a mi parecer, la he ido salvando de esas garras por un motivo o por otro. Puede que la clave sea esa; no hay una sola vida en realidad, así como no hay un mismo río, puede que el absurdo estribe en intentar aprehenderla, domesticarla catalogándola, dándole sentido a algo imposible de tenerlo. Es una idea tan tonta como otra cualquiera.

También me he fijado que las vidas de los que me rodean me parecen más lógicas que la mía propia; en ellas sí ves un trazado conciso, unos logros definidos, una armonía clara. Miro hacía la mía, y se me deshace entre los dedos, siempre, claro, salvando partes del andamiaje que nunca han dejado de estar ahí, aguantando firme. Algunas personas tienen la capacidad de contar sus experiencias con el sentido necesario para que quienes las escuchan, sientan esa coherencia argumental, vital. Puede que sea eso, puro espejismo, lo que me trasmiten, y que ellas mismas, en esas horas lúcidas o alucinadas, vean que la vida, si se piensa demasiado en ella, pierde sentido, como las palabras repetidas en alto una y otra vez, hasta vaciarlas de contenido, de su significado, hasta que “casa” no despierta la imagen de casa, y tan sólo es un sonido huero, absurdo como la vida misma.

1 comentario:

  1. A veces el espejismo deja paso a un oasis en mitad del árido desierto. Y la palabra casa significa Hogar.

    Te deseo, desde este comentario, que las personas que encuentres sean más lúcidas que alucinadas.

    Un saludo, narradora.

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