martes, 22 de septiembre de 2009

Otoño

Andar por las calles ahora que el otoño empieza a asomarse, es una experiencia serena y grata; los colores ocres, el olor del viento, las sombras de una noche más temprana, el sueño que cuesta arrancarse por las mañanas... una de las mejores estaciones del año, tras habernos saturado de calor y ocio, de horarios sin horarios. Aún no hace excesivo frío y la luz tamizada del atardecer no es todavía la de esa noche temprana del invierno.


Respirar el otoño que viene a arroparnos, perderse sin rumbo por el mero placer de sentir el movimiento del cuerpo asistiendo al cambio de la naturaleza, aunque sea ésta una naturaleza encajonada, domesticada, acotada por las ciudades, indómita a pesar de la adversidad, esa naturaleza contenida que surge buscando su lugar por los resquicios de los ladrillos, sobre roturas en el asfalto, por paredes resquebrajadas y que ahora empieza a dormirse, a aletargarse en espera del frío.

Las ideas, cansadas de descansar, bullen, incitando a empezar el círculo otra vez, nos atraen hacia nuevos mundos, mostrando lo que podría ser. El otoño es precisamente eso; lo que sería si..., es la estación de la reflexión, la que nos introduce al resto del año, dando nuevos impulsos a lo viejo, abriendo lo ojos a la inquietud, motivando proyectos abandonados por abrumadores o impracticables: es ahora cuando hay que revisarlos, respirando el cambio, comenzando el ciclo.

1 comentario:

  1. El otoño es la estación de la reflexión, sí. Es el momento de parar y ver que se ha hecho hasta la fecha. Se hace balance del año, a un trimestre de que finalice, y se retoman proyectos que quedaron inconclusos con la llegada del verano.
    El otoño es la época de la serenidad, de encontrarse con uno mismo.

    ResponderEliminar