martes, 19 de octubre de 2010

Extraños

Ha habido varias inauguraciones seguidas estos meses a las que he asistido; me gusta observarlo todo.
Lo que más me llamó la atención fue ver, en todas, al mismo tipo. Me explico, no es que sea extraño repetir eventos, muchos amigos nos íbamos citando para la próxima, pero ese hombre, alto, de pelo largo y cano, callado y muy delgado, no hablaba con nadie; su actitud en cada una de las exposiciones, era de desconcierto, de no saber muy bien qué hacía allí. Miraba las fotos o los cuadros o escuchaba las conferencias callado, con los ojos mirando sin ver, correcto, apartado, comiendo y bebiendo con pausa -porque si se lanzase a los aperitivos, teníamos el enigma resuelto, hay gente que cena gratis en estos sitios-, pero él no, él comía como se movía, tímidamente.
De allá para cuando, miraba entre la gente, como buscando algo, alguien. Y eso también podría ser una solución; intuir que esa persona, que no acaba de venir, podría hacerlo en un evento así, y él, romántico empedernido, preparaba un encuentro casual. Esa me gustó; asiste a todo aquello que le podría interesar a la/el ausente en un intento de reencuentro sorpresa: "Hola, cómo estás, qué suerte haberte visto, qué casualidades tiene la vida, ¿no?".
Pero si era esa la causa, la última vez que lo vi, seguía mirando sin ver, sin tener al azar de su parte.
Igual es simplemente como yo, le gusta curiosear, y a mí me tiene fichada como a alguien que busca a alguien, ya que debo de dar la misma impresión, buscando su figura larga para ver por qué me lo encuentro siempre solo, siempre esperando algo indefinido.

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