jueves, 28 de abril de 2011

Palabras

Nunca empleo mejor el tiempo que cuando escribo, cuando dejo impreso ideas que ni sé que tenía, libero sensaciones y emociones que vienen a susurrarme cómo me siento, en qué mundo vivo, qué pasa a mi alrededor.
Es un esfuerzo enorme enfrentarse a la vida, pero sin las palabras, sin las que surgen de los dedos sin saber que estaban ahí, escondidas, esperando su momento, sería todavía más horrible andar entre los segundos diarios y entre los días finitos que se nos presentan cada mañana.
Sin dejar constancia de lo que somos, de lo que soy, de lo que aprendo y veo, investigo y curioseo, de la gran necesidad de saber, de comprender, creo que no valdría la pena ni levantarse de la cama.
Las probablidades infinitas de los días se multiplican cuando el mundo de las palabras nos amplia ese margen estrecho de la única vida vivible; con ellas, cualquier mundo es posible, cualquier idea se convierte en un universo que nos incita a investigarle y cualquier segundo, se estira hasta el infinito. El tiempo se intensifica, se hace más nuestro.
Vivir sin ser consciente de que se vive, más allá de lo vivido, es vivir menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario