jueves, 26 de enero de 2012

Gandía

Esta tarde la he pasado en Gandía junto con lectores de, entre otros libros, uno mío. Ha sido un rato muy agradable, sus preguntas, interés y puntos de vista han llenado el salón de actos de la biblioteca, antes antiguo convento reconvertido en cárcel, comisaria, administración, ayuntamiento hasta llegar al ahora, donde son los libros lo que lo cubren todo con historias paralelas a sus muros, que por cierto aún conservan frescos del refectorio del convento original.
Estar entre estos lectores ha sido especial, no solo por ellos mismos, que con eso ya valía la pena el viaje, sino porque me han traído de nuevo a los personajes de mi libro; ante mí estaban de nuevo todas y cada una de sus historias, me miraban de cerca, recordándome los años que estuvimos juntos, ellas y yo, creándolas. Ahora, hace un rato, esos lectores con sus visiones, sus interpretaciones y su cariño hacia mis criaturas, han logrado que se paseasen vivas entre nosotros; estaban allí mirando y escuchándonos atentos a qué se decía de ellos, nos observaban desde el papel pero también desde su realidad; porque entre todos, ahí, los hemos invocado y han respondido.
Como les dije en la charla, en realidad no soy yo quien los escribió, fueron ellos quienes se escribieron a través de mis dedos y viven a través de sus ojos, de todos los ojos de quienes los leen.
Gracias.

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