domingo, 8 de enero de 2012

Relato. 1 parte. El visitante

-Buenos días.
-Buenas.
La portera de la finca dejó de barrer para ver mejor cómo el nuevo inquilino se alejaba calle abajo.
Estuvo sus buenos minutos apoyada en la escoba, rezongando. Cuánto no habría dado en esos momentos para tener a alguien con quien comentar sus impresiones del caballero que acaba de salir, como cada día a la misma hora desde que se alojaba en sus dominios.
Su hijo ya no la hacía ni caso, harto estaba de oírla durante todos los desayunos de estos meses atrás.
-Pues lo que yo te diga, hijo, que ese señor es muy raro.
-Pues no sé que le ve usted de raro al hombre. Yo le veo normal. -Normal, normal… ¡pues no es normal!, tiene un no sé qué -un
escalofrío le hizo agitarse toda ella-, es el tipo de hombre del que no me extrañaría nada que apareciese en los periódicos.
-Usted ve mucho la tele, madre. Déjele en paz.
-No, si yo le dejo, le dejo. No me atrevería a molestarle, hijo. Me da repelús, eso es todo.

Samuel, el caballero que tanto inquietaba a la portera de su nueva vivienda, dio la vuelta a la esquina para hacer cola en la parada del autobús.
Al ratito de estar entre el grupo, las conversaciones bajaron de volumen hasta extinguirse. Todo quedó suspendido, congelado.
Hubo una señora que se le quedó mirando de reojo y una pequeña se agarró con fuerza a la mano de su madre, metiéndose literalmente bajo sus faldas.
Su mera presencia les alejó de sus planes cotidianos durante unos minutos, sumiéndoles en sus pensamientos más recónditos, más olvidados. El autobús llegó, puntual.

2 comentarios:

  1. ¡Qué siga, qué siga! la virgen de la cueva,..Ahí va, pero si me he cambiado de canción.
    Pues eso que nos has dejado con ganas de saber más acerca de ese tal Samuel y de por qué le inquieta a la Sra. portera.

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