domingo, 22 de enero de 2012

Sin excusas

Los estados de ánimo van variando, pero no con respecto a lo que nos sucede, sino a cómo entendemos lo que ocurre. No es lo mismo.
Te pueden caer desgracias a pares y si no las sientes así, no te afecta, y al revés; puedes estar estupendamente situado pero que tu apreciación sea negativa, por lo tanto, el ánimo no se corresponda con la realidad.
Dependemos de cómo procesamos esa realidad, dependemos pues, de nosotros mismos, más allá de lo real; nuestro cerebro nos engaña si así lo programamos, si así dejamos que vaya sesgando lo que los sentidos le acercan, y tras nuestra mente, vamos nosotros, barranco abajo o cielo arriba.
El sentido de la realidad, la realidad misma, no es nada sin la visión que tenemos de ella, y ahí es donde está nuestro poder y ahí es donde lo perdemos. No somos conscientes de lo poderosos que somos, de la capacidad de encoger, agrandar, alegrar, enturbiar, ennegrecer o sublimar que tenemos sobre lo que nos pasa.
Con un giro de apreciación el mundo cambia completamente, si nos sentimos bien, lo podemos todo, si nos duele algo, hasta abrir una carta cuesta.. y es que hemos de aprender a comprender ese poder, y sobre todo, a saber que solo depende de nosotros, que ningún otro es quien tiene la varita mágica; no es él ni ella, somos nosotros creyendo que son ellos los que nos protegen: no.
La vida es lo que queremos ver y hacer en ella y con ella, sin excusas.

2 comentarios:

  1. Así es. El ánimo no se corresponde con la realidad, de lo contrario, unas mismas circunstancias nos reportarían siempre una misma emoción, y no sucede así. Es la mirada que tenemos sobre la realidad la que nos lleva a las nubes o a una sima profunda.

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    1. ni el ánimo ni nuestra mirada, nunca somos los mismos...

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