martes, 1 de septiembre de 2009

Misterios


No se sabe lo que hay tras una esquina, ni en un cajón cerrado, o en un desván, ajeno o no. Hay lugares misteriosos que llaman la atención, que incitan a la curiosidad; casas abandonadas, cuevas, huecos de árboles... Que niño no se ha adentrado en lugares oscuros, prohibidos, polvorientos y húmedos para buscar tesoros, y no precisamente valiosos, cualquier cachivache es suficiente para alegrarle el día. A veces, el niño es más imaginativo, aventurado o simplemente inquieto que el resto y se toma como una gran aventura el investigar lo desconocido, hace sus planes, se toma su tiempo, pero sabe que un día se acercará a esa casa cerrada con tablones, cerca del colegio y de la que se dice que está clausurada porque en ella hubo un asesinato. Con esa fama, seguro que más de uno la rondará; ideal para hacer apuestas, demostrar valentías entre pandillas o impresionar a quien no te hace caso, pero que nadie ha pisado aún.

El niño con más inquietud, o simplemente más solitario, con la imaginación avivada por los libros de aventuras y decepcionado por lo cotidiano, que no le brinda la oportunidad de protagonizar nada fuera de lo normal, como mucho ir a por el pan o cruzar solo las vías. Ese niño, o niña, irán una mañana a la casa, aflojarán un tablón que ya vieron débil una de las veces que se acercaron y con el corazón en la boca, una linterna cargada con pilas nuevas en la mano y la fantasía en el ánimo, se deslizará por la ventana de esa casa maldita, cayendo sin gracia sobre un suelo polvoriento y se quedará quieto, escuchando nada. Si se atreve a moverse, lo hará sólo por el cuarto y recogerá un minúsculo objeto, anodino y falto de valor, aunque a sus ojos, sea la quintaesencia del misterio.

Seguramente, no estará mucho, al mínimo ruido, amplificado por el miedo y el silencio, saldrá corriendo al mundo exterior, pero se llevará la prueba de su valentía como recuerdo, o para mostrarlo a los demás si no le creen, si alguna vez lo dice, ya que el héroe solitario no comparte su doble vida; el chico tímido es en realidad el que entró en la casa maldita, ese sueño le hará feliz muchos días, mientras los demás, los menos inquietos, o menos imaginativos, le dejan un poco de lado para hablar de sus cosas, algo que no tiene que ver ni con tesoros, ni aventuras ni casas embrujadas, y mientras él se vea entre ellos lejano, ausente y raro, apretará en la mano ese botón de nácar iridiscente que se llevó de la casa, esa a la que nadie se ha atrevido todavía a entrar. Y sonreirá.

3 comentarios:

  1. Lo triste es que quizás, cuando el chico tímido crezca, pierda esa curiosidad que le dió la fuerza suficiente para entrar en la casa deshabitada, que de tímido pase a timorato, y que no vuelva a sonreir, incapaz de vencer sus miedos en la edad adulta.

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  2. Este niño, no, este niño creecerá bien y valiente, seguro que su difeernecia en ver la vida, es algo valiso... a lo mejor hasta se hará escritor o escritora

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  3. Me alegra mucho que tu punto de vista sea tan positivo. Es una muy buena noticia¡

    Besos mil.
    Geli

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