jueves, 21 de octubre de 2010

Hibernar

Creo que hay épocas vitales en las que si pudiéramos, hibernaríamos, nos quedaríamos en la cama, a falta de cueva, dormitando, dejando el barullo exterior fuera, recuperando energías y labrando sueños para cuando decidiéramos ponernos en la calle de nuevo.
No tiene por qué ser en invierno, esas temporadas, cortas o largas, se dan cuando se dan. Las notas porque despertarse cuesta más, los sueños son más profundos, los vives tan intensamente que una vez de pie, los recuerdas como si lo hubieras vivido en la realidad de la vigilia. "¿Yo no había comprado ese cuadro?" y caes en que la compra la realizaste en ese mundo onírico que a veces es más real, cuando lo experimentas, que la propia vida.
Es extraordinario lo integrados que podemos estar en los sueños, yendo a lugares ya visitados, gentes que conoces sólo ahí, olores, sensaciones, imágenes que la memoria también almacena como lo hace con lo cotidiano, sólo que acceder a ellos es más complicado, tendemos a emborronarlo al perseguirlos. Como la vida misma, que cuando más queremos vivir, parece que menos nos deja.

2 comentarios:

  1. Si realmente hiberáramos, lo malo es que más de uno querría quedarse arrebujadito en aquel mundo, descartando la posibilidad de despertarse.
    Abrazos, Eva.

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  2. Bueno, tampoco sería tan mala esa opción, en algunos, hasta de agradecer¡¡¡

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